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El refuerzo más esperado por Gabi que vuelve a ilusionar a La Romareda

Keidi Bare vuelve a escena en el Real Zaragoza tras más de medio año fuera de los terrenos de juego. Su regreso, bajo la dirección de Gabi Fernández, despierta ilusión en La Romareda y se presenta como un refuerzo clave para el centro del campo

Hay ausencias que pesan más que un resultado adverso. Durante más de medio año, el nombre de Keidi Bare se convirtió en un eco lejano para la hinchada del Real Zaragoza, un recuerdo agridulce de lo que pudo haber sido y no fue. Su última aparición parecía escrita en tinta que el tiempo borró demasiado rápido. Ahora, su regreso a una convocatoria despierta esa mezcla de alivio y expectativa que solo el fútbol sabe provocar. Una suerte de primavera después de un invierno demasiado largo.

Lo paradójico es que Bare vuelve cuando el equipo, bajo la batuta de Gabi Fernández, ya ha sobrevivido a las tormentas de la temporada pasada. El Zaragoza consiguió la permanencia sin él, pero también sin el equilibrio que su presencia suele garantizar. Ironías del destino, un club acostumbrado a luchar contra el reloj de la clasificación recupera a su guerrero más enérgico justo cuando empieza a pensar en algo más que la simple supervivencia.

Un mediocampo que encuentra su brújula

El albanés no es un jugador de fuegos artificiales, sino de los que sostienen la estructura mientras otros buscan el brillo. Su estilo se parece más a un martillo constante que a un pincel delicado, pero en esa obstinación reside su valor, presionar hasta el último aliento, recuperar balones imposibles y darle a su equipo un oxígeno que parecía escasear. Para un Zaragoza que tantea la reconstrucción, Bare es ese ladrillo que faltaba en la pared.

Gabi, que conoce bien la importancia de los soldados silenciosos, tiene ahora en Bare un recurso táctico de primer orden. Con él, las variantes se multiplican, puede reforzar el bloque defensivo o dinamizar la salida de balón. En un vestuario todavía en transición, su mera presencia en el césped puede funcionar como una brújula, recordando que las batallas se ganan tanto con talento como con sacrificio.

Expectativas y espejismos de futuro

La afición, siempre fiel y siempre exigente, recibe este regreso con la esperanza de que no sea solo un alta médica, sino un renacer futbolístico. No se trata únicamente de sumar un centrocampista más, sino de devolverle al equipo una identidad que parecía diluirse en la irregularidad. Bare, con su carácter competitivo, puede convertirse en la chispa que encienda un nuevo relato colectivo.

Queda por ver si la realidad cumple con las ilusiones. La Romareda ha aprendido, a base de golpes, que la esperanza puede ser tan traicionera como necesaria. Pero en este instante, lo cierto es que el regreso de Keidi Bare funciona como un recordatorio de que incluso tras los silencios más prolongados, el fútbol siempre guarda la posibilidad del regreso. Y en ese regreso, Zaragoza encuentra no solo un jugador, sino un motivo para creer.