A poco de su salida, Gabi rompió el silencio y criticó duramente a la directiva zaragocista: “Nadie quiere ir”.
Gabi se despachó tras su destitución en el Real Zaragoza y lo hizo con la franqueza que siempre le caracterizó. El técnico reconoció sentirse herido y sorprendido por una decisión que, según sus palabras, le pilló a contrapié. “Creía que iba a tener más tiempo”, admitió con tono resignado.
El madrileño defendió su trabajo y apuntó con sutileza a la cúpula directiva, que decidió cortar su proceso antes de lo previsto. El míster recordó que el equipo no estaba hundido, sino a un paso de salir del pozo, y lamentó que no le dejaran completar la remontada.
Otro dardo a la dirigencia blanquilla
El excapitán del Atleti confesó que su llegada a La Romareda fue puramente emocional. Reveló que el club lo llamó dos veces: la primera, cuando el equipo navegaba en mitad de tabla, la rechazó; la segunda, con los maños peligrando la categoría, no dudó en sentarse en el banquillo.
Todavía dolido por la manera en que lo destituyeron del cargo, Gabi volvió a cargar contra la directiva con un fuerte mensaje: «La realidad del Zaragoza hoy en día es que nadie quiere ir, ni entrenadores ni jugadores».
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Vislumbra “difícil” la salvación
Gabi no escondió su pesimismo sobre el porvenir del Zaragoza, al que ve atrapado en una cuesta arriba cada vez más empinada. El exentrenador cree que el club perdió el rumbo, la conexión y la fe. “Ahora veo la permanencia mucho más complicada que antes”, sentenció.
Breve, intenso y con un triste final
El paso de Gabi Fernández por el banquillo del Zaragoza fue tan breve como turbulento. Dirigió 20 partidos con un balance discreto, víctima de un proyecto sin rumbo claro y de una plantilla limitada. Su huella queda más en la emoción de su regreso que en los resultados.
Tras su salida, el mando caliente lo tomó Rubén Sélles, con la misión (casi) imposible de sostener a los maños en Segunda. El equipo marcha colista con 6 puntos de 33 posibles.




