Samed Bazdar se reivindica tras su gol con Bosnia y busca consolidar su papel en la delantera del Real Zaragoza, dejando atrás polémicas y preparándose para disputar minutos bajo Gabi Fernández
El Real Zaragoza cerró el mercado con un refuerzo en la delantera que parece más un acto de fe que un simple movimiento de despacho. Kenan Kodro, Sinan Bakis, Mario Soberón, Dani Gómez y, claro, Samed Bazdar, la pieza más enigmática del rompecabezas ofensivo. El joven bosnio aterriza con la ambición de consolidarse en un club que, paradójicamente, necesita tanto de goles como de certezas. El problema es que Bazdar llega con un equipaje pesado, talento indiscutible, sí, pero también polémicas recientes que aún resuenan en la memoria colectiva.
Para entender su fichaje hay que aceptar la naturaleza casi novelesca del fútbol, un escenario donde un delantero puede pasar en cuestión de semanas de ser un héroe en ciernes a un sospechoso habitual. Bazdar lo sabe bien. Tras un curso de altibajos, la misión que le plantea Gabi Fernández es clara, reinventarse. Porque en el fútbol, como en la vida, los minutos no se regalan; se conquistan con la paciencia de un monje y la ferocidad de un depredador.
Entre goles internacionales y dudas locales
La paradoja de Bazdar está servida, en Bosnia, su tanto ante San Marino lo convirtió en respuesta viva a las críticas; en Zaragoza, todavía lo ven más como incógnita que como solución. Ese gol internacional, conseguido al aprovechar un error rival y empujar la pelota a puerta vacía, tuvo más peso simbólico que estético, fue un gesto de supervivencia, una forma de gritarle al mundo que está listo para asumir responsabilidades mayores. Y, de paso, para recordarle a su país adoptivo que quizá eligió bien entre dos camisetas posibles, Serbia y Bosnia.
Su trayectoria parece escrita con la pluma de la contradicción. A los 21 años ya suma seis partidos internacionales, mientras en España todavía lucha por consolidarse. En el mismo césped donde Dani Gómez marca con aparente naturalidad, Bazdar aún debe demostrar que su eficacia no es un espejismo ocasional. Lo curioso es que, en la historia del fútbol, más de un delantero comenzó su carrera con estadísticas humildes, antes de convertirse en figura. ¿Será Bazdar el próximo ejemplo de esa metamorfosis?
Competencia feroz y un futuro por definir
La temporada 25/26 lo recibe con la presión de quien debe demostrar que no es simplemente un refuerzo más. Su arranque, con un gol ante Andorra, generó más debate que celebración por la forma en que lo festejó, confirmando que en Zaragoza cada gesto suyo será analizado con lupa. Los rumores de su salida al Rubin Kazan parecían empujarlo lejos de La Romareda, pero la realidad es otra, se queda. Y quedarse, en este contexto, es tanto una apuesta como un desafío personal.
El camino inmediato está marcado por la competencia interna. Dani Gómez lidera con dos tantos, Soberón y Bakis acechan, mientras Bazdar suma el gol internacional a su diana liguera. Nada fácil. Pero el fútbol, en su esencia, adora los giros inesperados: delanteros que resurgen cuando nadie lo espera, goles que reescriben narrativas, victorias que cambian destinos. En ese escenario, Bazdar tiene la oportunidad de ser no solo un jugador más, sino el goleador que devuelva a Zaragoza la fe en sus delanteros. Y en esa fe, tan volátil como necesaria, puede residir la clave de toda su aventura.