España ya espera a Portugal en la final de la Nations League con el portero del Athletic Club como protagonista
En el fútbol, como en la vida, los titulares se ganan, pero la confianza se construye. Unai Simón, portero del Athletic Club y piedra angular de la selección española, lo sabe bien. Tras la victoria de España frente a Francia, que ha sellado el billete para la final de la Nations League ante Portugal, el arquero compareció ante los medios desde Stuttgart, antes de emprender el viaje a Múnich, escenario donde se decidirá el título. Y lo hizo con una naturalidad desarmante, como quien ya no necesita demostrar nada… salvo seguir siendo él mismo.
Entre preguntas sobre la preparación del equipo y el futuro inmediato, una cuestión inevitable apareció: su relación con Álex Remiro, compañero de selección y rival en la Liga con la Real Sociedad. Rivalidad, sí, pero de esa clase que se transforma en alianza cuando se viste la camiseta roja. “Aquí estamos tres porterazos”, apuntó Simón, “pero los que se quedan fuera, sea Joan, Kepa, Robert o quien sea, son también muy importantes. Los que estamos aquí somos unos afortunados por estar en esta situación”.

Remiro y Raya, más que competencia: apoyo técnico y emocional
La respuesta de Unai dejó entrever algo que muchas veces se oculta en los focos del fútbol de élite: la camaradería sincera. El meta vasco reconoció que David Raya y Álex Remiro no son solo sus competidores, sino también sus aliados. “Yo noto muchísimo el apoyo de ambos, sobre todo en temas como la salida de balón. Me dan consejos, puntos de vista en los descansos, y eso lo valoro mucho. Son claves, no solo para esta Nations League, también pensando en la Eurocopa”.
Más allá de la titularidad —que, salvo sorpresa, seguirá siendo suya—, Unai dejó claro que el espíritu de equipo está por encima de todo. “Nos apoyamos porque en cualquier momento puede pasar cualquier cosa. El que esté en el campo debe darlo todo, y los otros, apoyar desde fuera”, reflexionó.
En la final, España contará con un portero firme bajo palos. Pero también con dos sombras silenciosas que, lejos de generar presión, le hacen más fuerte. Y quizás ese sea uno de los secretos mejor guardados del éxito.