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Sevilla FC fuera de control: las cuentas no cuadran y la amenaza de disolución presiona con €400M

Entre el crack contable y la deriva deportiva, Nervión entra en zona de colapso

Hubo un tiempo no tan lejano en que el Sevilla FC levantaba copas con la misma naturalidad con la que otros equipos firman promesas. Ganaba, vendía, encantaba. Un club de clase media que hacía cosas de rico sin parecerlo. Hoy, esa historia está en coma inducido. Las cuentas de la temporada 2024/25 son algo más que números rojos: son la radiografía de un naufragio. Pérdidas que rozan los 70 millones, una deuda que ya se codea con los 400 millones, ingresos menguantes y un patrimonio neto que amenaza con activar, sin anestesia, la causa legal de disolución. ¿Y al timón? Silencio.

Un club en números descendentes

El resultado del ejercicio, con un saldo negativo de 19,7 millones de euros tras impuestos, podría parecer una mejora respecto a los -81,7 millones del curso anterior. Pero es una mejora del tipo “ya solo sangra por la nariz”. Los ingresos han caído a plomo: de 182,2 millones a 157,3. La cifra de negocio ha pasado de 175 a 120 millones. Y los únicos datos en verde vienen de las ventas: 34 millones en traspasos que han maquillado las cuentas a costa de desmontar el vestuario.

La lógica es implacable: se vende porque hay que pagar la luz. No porque exista un plan deportivo. El resultado es una plantilla sin columna vertebral, una grada con la paciencia abrasada y un equipo técnico que improvisa con naipes rotos. La derrota ante el Villarreal, además de dolorosa, costó casi cuatro millones de euros. Y ya ni eso sorprende.

Del Nido Carrasco salario
Del Nido Carrasco percibe 1 millón al año como presidente del Sevilla FC

Ni rumbo, ni liderazgo

El gasto en plantilla alcanza los 110,7 millones. No por lo que se compite, sino por lo que se malgasta. El club se comporta como un grande en los contratos y como un pequeño en la clasificación. Entre tanto, el órgano de dirección parece más un buzón sin llave que una junta directiva: Caparrós alineó lo que pudo y nadie le dijo que no; la dirección deportiva es una ecuación sin incógnitas resueltas; y la propiedad, mientras tanto, medita en voz baja. O ni eso.

El problema ya no es la deuda. Es la cultura. Una forma de hacer las cosas basada en la urgencia, el remiendo y el “ya veremos”. Un modelo que hace del mercado de invierno una tregua más que una estrategia. Un club que ya no anticipa, solo reacciona.

Disolución: la palabra que ya no suena exagerada

La Ley de Sociedades de Capital no entiende de goles ni de épicas: si el patrimonio neto cae por debajo del 50% del capital social, se activa automáticamente la causa de disolución. Y ahora mismo, ese umbral ya no es una hipótesis, sino una sombra que se alarga sobre Nervión. Sin una ampliación de capital o un rescate inminente, la viabilidad jurídica del Sevilla FC entra en zona crítica. No hablamos de fichajes, sino de existencia.

¿Y el futuro?

El club necesita algo más que fichar extremos y destituir entrenadores. Necesita cirugía. Un proyecto económico que respire a largo plazo. Un liderazgo valiente que tome decisiones duras. Una limpieza en los despachos que priorice el club sobre el escudo. Porque si algo ha dejado claro esta temporada es que sin método no hay milagro.

Y aunque el escudo pese, también puede hundirse si lo atan a una piedra. El Sevilla no está muerto. Pero si no reacciona ya, solo quedará la nostalgia como patrimonio. Y la nostalgia no paga nóminas.

EGD Sevilla