El técnico argentino escuchó en silencio la recriminación de un seguidor tras el 1-3 en el Sánchez-Pizjuán, reflejo del malestar de la afición
El Sevilla volvió a su dura realidad. Apenas una semana después de vencer al FC Barcelona, el conjunto de Matías Almeyda cayó de manera contundente ante el Mallorca (1-3) en el Ramón Sánchez-Pizjuán, víctima de una segunda parte para el olvido. Más allá del resultado, la imagen del encuentro la protagonizó el propio entrenador argentino, que fue increpado por un aficionado al término del partido, en una escena que simboliza el clima de frustración que se vive en Nervión.
La bronca de un seguidor al técnico argentino tras el pitido final
Justo después del final del encuentro, las cámaras de televisión captaron a un veterano seguidor sevillista encarando a Matías Almeyda mientras este se retiraba hacia los vestuarios. Aunque el diálogo no se pudo escuchar, las imágenes mostraron al aficionado gesticulando con las manos y señalando hacia el campo, visiblemente molesto por el rendimiento del equipo.
Almeyda, lejos de responder, se detuvo unos segundos y escuchó con atención, manteniendo la calma y sin cruzar palabra. Poco después, otro seguidor se acercó para estrecharle la mano e intentar rebajar la tensión. La escena, grabada por Movistar Plus+, se viralizó rápidamente en redes sociales, donde muchos la interpretaron como el reflejo del desencanto de una afición que esperaba continuidad tras la victoria ante el Barça.
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Un contraste entre la euforia y la frustración
La situación resulta especialmente simbólica: el mismo técnico que fue aclamado hace una semana por su planteamiento ante el FC Barcelona escuchó críticas abiertas siete días después. El propio Almeyda ha insistido en diversas ocasiones en que el Sevilla necesita “equilibrio y regularidad”, dos virtudes que siguen sin consolidarse en una plantilla capaz de alternar grandes actuaciones con desconexiones alarmantes, como la sufrida ante el Mallorca.
En rueda de prensa, el técnico evitó polemizar sobre el incidente y se limitó a señalar que “el equipo debe aprender a sostener el rendimiento y competir con la misma energía cada partido”. En el vestuario, el tono fue de autocrítica y de reconocimiento del mal segundo tiempo ante el conjunto de Jagoba Arrasate.
Un gesto que pasará a la anécdota si el Sevilla reacciona
Pese a la repercusión de las imágenes, desde el entorno del club restan importancia al episodio. No hubo enfrentamiento ni palabras fuera de tono, solo la expresión de un malestar compartido por buena parte de la afición. Almeyda abandonó el campo con gesto serio y cierta sorpresa, consciente de que la reacción del equipo en los próximos encuentros será clave para enfriar el ambiente.
El Sevilla afronta ahora una semana decisiva para reencontrarse con su identidad. Si logra revertir la dinámica, la escena del Sánchez-Pizjuán quedará como una anécdota en una temporada irregular; si no, podría convertirse en el símbolo de un descontento más profundo.