El Sporting de Gijón podría cerrar el fichaje de Layvin Kurzawa, lateral francés libre, en un movimiento que ilusiona a El Molinón
En los pasillos del fútbol, los rumores son tan habituales como las bufandas en invierno. Sin embargo, hay ciertos nombres que provocan un murmullo distinto, una electricidad inmediata en el ambiente. El de Layvin Kurzawa es uno de ellos. El lateral francés, que un día compartió vestuario con las estrellas del PSG y hoy se encuentra en la extraña tierra de nadie del desempleo futbolístico, parece estar a un paso de enfundarse la camiseta del Sporting de Gijón. El destino, caprichoso como siempre, lo coloca ahora ante una afición hambrienta de esperanzas renovadas.
El dato no es menor, 32 años, experiencia internacional y la posibilidad de llegar sin coste, algo que en el ajedrez del mercado es casi un jaque doble. Kurzawa, curtido en escenarios de Champions, aterrizaría en una Segunda División donde la lucha es menos glamurosa, pero infinitamente más descarnada. La pregunta flota inevitable. ¿Será capaz de transformar la banda izquierda de El Molinón en una autopista hacia el ascenso, o quedará reducido a un recuerdo fugaz, como tantas promesas de verano?
Un refuerzo que suena a ambición
El Sporting necesita aire fresco en su costado izquierdo, y no precisamente una brisa, sino un vendaval. La zaga rojiblanca ha mostrado grietas evidentes en la última campaña, agujeros que un jugador con la proyección y recorrido de Kurzawa podría tapar con oficio y, quizá, con elegancia. No se trata solo de sumar músculo defensivo; se trata de ofrecer variantes tácticas, de liberar a un equipo que ha vivido demasiado tiempo atrapado en sus limitaciones.
Para la grada, el anuncio es una inyección de ilusión en vena. Las redes hierven, los foros arden y las tertulias improvisadas en las cafeterías gijonesas se llenan de teorías, unos hablan de salto de calidad, otros de riesgo innecesario. Pero todos coinciden en algo, la mera posibilidad de tener a un ex del PSG recorriendo la banda en Segunda es un lujo inesperado, casi surrealista, como ver a un violinista de orquesta tocando en el metro.
La espera que desespera
Claro está, conviene no olvidar el pequeño detalle de que nada está cerrado. El mercado, ese teatro donde las promesas duran lo que un suspiro, todavía tiene cartas por repartir. En Gijón, la emoción convive con la cautela, porque hasta que no haya firma y foto oficial, Kurzawa seguirá siendo un sueño a medio camino entre la realidad y la quimera.
Y, sin embargo, este simple rumor ya dice mucho del Sporting. Habla de ambición, de no conformarse con lo justo, de intentar un golpe de efecto en un campeonato donde cada centímetro cuenta. Quizá Kurzawa acabe posando en El Molinón, quizá su destino lo lleve a otra orilla. Pero por ahora, el murmullo ya ha cumplido su cometido, devolverle a la afición esa vieja sensación de que algo grande puede estar a punto de suceder.
