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Mateu Alemany: el regreso que puede resucitar al Valencia CF

Un apellido que activa la memoria y redibuja el futuro

Un regreso que no se anuncia con fanfarria, pero que ya agita corazones en Mestalla. Una figura conocida, un nombre con peso propio, un líder que no necesita discursos vacíos porque su historial habla claro. Mateu Alemany representa algo raro y valioso en el fútbol moderno: gestión seria, respeto institucional y un pasado reciente lleno de coherencia, títulos y dignidad. Su posible vuelta no es una simple noticia de mercado: es una grieta de luz en una etapa que parecía blindada al desencanto.

En Valencia, los milagros no se rezan: se esperan. Y a veces, se parecen peligrosamente a un déjà vu. Tras años de deriva institucional bajo el mando de Peter Lim, donde el club pasó de la élite a la irrelevancia sin apenas pestañear, la palabra renacimiento vuelve a sonar. No por marketing. No por promesas. Por la posibilidad real de que quien ya reconstruyó una vez, pueda hacerlo de nuevo. Pero esta vez desde más arriba. Como presidente. Como arquitecto. Como antídoto.

Un plan con dinero, sí, pero también con memoria

La propuesta no se limita a buenas intenciones. Hay músculo económico: un grupo inversor dispuesto a inyectar 400 millones de euros y asumir la deuda. Pero el verdadero valor no está solo en el balance contable, sino en la memoria compartida. Alemany, entre 2017 y 2019, hizo algo que parecía imposible: devolver al Valencia el sentido común. Una Copa del Rey. Dos clasificaciones a Champions. Y lo más importante: una afición que volvió a reconocerse en el escudo, en la grada y en el once.

Entonces, como ahora, Valencia no pedía la luna. Pedía respeto, proyecto, orden. Cosas sencillas que en esta ciudad futbolera llevan años sonando a utopía.

EGD Valencia
Alemany no va a comprar el Valencia, pero si podría regresar en otras responsabilidades

Alemany: orden en tiempos de cinismo

Mateu no viene a salvar, ni a prometer milagros. No es un mesías, pero tampoco un político del fútbol. Su currículum lo ha escrito sin pirotecnia: Mallorca, Valencia, Barcelona. Equipos diferentes, contextos diversos, misma constante: estructura, lógica, resultados. Su vuelta no solo implicaría una gestión más profesional. Implicaría también un cambio de relato. Uno en el que el fútbol deje de ser una excusa para las plusvalías y vuelva a ser un proyecto deportivo con identidad.

Y en tiempos donde el palco lo decide todo y la cantera se exhibe solo para venderla, recuperar un presidente que prioriza el mérito y la planificación no es solo inteligente. Es, directamente, un gesto revolucionario.

El rugido que Mestalla guarda bajo llave

La afición del Valencia ha aprendido a no ilusionarse del todo. A vivir con la esperanza en modo de ahorro. A mirar cualquier proyecto como quien observa un castillo de naipes en plena corriente. Pero esta vez, algo se mueve diferente. Porque Alemany ya estuvo. Ya ganó. Ya ordenó. Y los estadios, aunque sean de cemento, también tienen memoria.

Si su regreso se confirma, no será solo una transición. Será el inicio de una reconciliación. Entre club y ciudad. Entre pasado y futuro. Entre historia y ambición.

Mestalla espera. Con la emoción contenida. Con el grito en pausa. Porque a veces, la resurrección de un gigante empieza por un solo apellido.

Peter Lim