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Peter Lim el rey del ahorro en el mercado de fichajes post-pandemia

Un club que lidera las cuentas, pero pierde brillo en el césped, ¿éxito económico o derrota deportiva?

El fútbol moderno vive en una paradoja: ganar en la contabilidad suele significar perder en la clasificación. El Valencia CF es hoy el mejor ejemplo. Con un balance positivo de 177,40 millones de euros desde el inicio de la pandemia, el club che se ha convertido en el más eficiente de España en la compraventa de jugadores. Una hazaña financiera digna de estudio… salvo por un pequeño detalle: los títulos, como las pasiones, no se compran con superávit.

Para entender la magnitud del contraste basta mirar los números. Mientras otros gigantes de LaLiga han vaciado arcas para reforzar plantillas, el Valencia ha gastado apenas 53,77 millones en fichajes y ha ingresado más de 231 millones en ventas. Nombres como Ferran Torres, Rodrigo Moreno, Geoffrey Kondogbia o Gonçalo Guedes salieron para cuadrar cuentas y aliviar deudas. Resultado: un club saneado en los balances, pero debilitado en las alineaciones.

Entre la calculadora y la grada: el coste invisible del equilibrio financiero

La disciplina económica no llegó por convicción, sino por obligación. La gestión de Peter Lim y Meriton Holdings dejó al club en una situación precaria, donde vender era una necesidad vital más que una estrategia. El dinero entró, sí, pero con él se fue buena parte del talento que sostenía al equipo en puestos europeos.

Así, la tabla clasificatoria se convirtió en un espejo cruel. El Valencia, antaño habitual en Champions, pasó a mirar de cerca los puestos de descenso. La grada, acostumbrada a soñar con noches grandes en Mestalla, se vio obligada a aplaudir balances en lugar de goles. Es la gran antítesis del fútbol moderno: mientras los directores financieros celebran, los aficionados cuentan derrotas.

Otros clubes, como la Real Sociedad (+131,65 millones), el Betis (+97,90) o el Villarreal (+86,77), lograron un equilibrio menos doloroso, vendiendo caro sin dejar de competir. En cambio, en el extremo opuesto, Atlético de Madrid (–211,55 millones) y Real Madrid (–174,65) prefirieron asumir pérdidas para mantenerse en la élite europea. El dilema es claro: ¿prefiere el hincha ganar estabilidad o ganar partidos?

Valencia, paradigma de una era en la que el fútbol se juega también en las hojas de Excel

En esta era post-pandemia, el Valencia se erige como el campeón del ahorro. Pero su éxito es frío, matemático, incapaz de llenar las vitrinas ni de alimentar la épica. En un deporte donde los goles escriben la historia, el club ha elegido ser recordado por los balances.

El caso valencianista es un recordatorio de que el fútbol no se decide solo en los estadios: también en los despachos y en los balances de resultados. Lo que para los economistas es eficiencia, para la grada es un sacrificio doloroso. Y mientras el club presume de equilibrio, la afición sigue esperando el regreso de aquel Valencia que sabía gastar en lo que realmente importa: ganar.