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Peter Lim no se contiene con Javi Guerra

El Valencia tasa el talento y liquida la identidad

En Valencia ya no se negocia con cláusulas: se rematan activos. Y esta vez el afectado es Javi Guerra, mediocampista con cara de niño, físico de maratonista y peso de capitán sin brazalete. El club ché, una vez más, decide vender antes que resistir. Y lo hace con una cifra que escuece más por lo que simboliza que por lo que representa en el mercado: 25 millones de euros. Exactamente un 75% menos de los 100 que marca su cláusula. El valor emocional, ese no cotiza.

Guerra no es solo el mediocentro que recupera, construye y resuelve partidos. Es el símbolo moderno de lo poco que queda en pie en Mestalla: cantera, compromiso y carácter. En cada aparición ha sido el metrónomo de un equipo que funciona cuando él se enciende y se apaga cuando él se apaga. Carlos Corberán lo sabe. Por eso se opone a su venta. Pero también sabe que en este Valencia, las decisiones no se toman a ras de césped.

Una venta que no sorprende… pero duele

Hace tiempo que el aficionado del Valencia ha dejado de sorprenderse con las ventas ilógicas. Pero lo de Guerra duele distinto. Porque no se trata de una figura decorativa ni de un talento prometedor que aún pide rodaje. Se trata de un futbolista hecho, con impacto directo en los resultados y que, además, no quiere irse. “No pienso en eso. No es justo pensar en el verano”, declaró el jugador con una madurez que ya quisieran algunos en los despachos.

Su fidelidad es una anomalía. En tiempos donde cualquier guiño del mercado provoca maletas, Guerra prefiere quedarse, jugar, pelear. Pero el club, otra vez, ha decidido poner precio a lo que debería ser intransferible.

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Javi Guerra (c) Foto: GOL Digital.

¿Y el recambio? Gratis, pero insuficiente

Como si fuera poco, la dirección deportiva ya tiene recambio. No por calidad equiparable, sino por economía de guerra. El elegido es Javi Muñoz, de la UD Las Palmas, que llegará libre. Un fichaje práctico, funcional… pero sin el peso simbólico ni técnico del jugador que se va.

En lo deportivo, Muñoz ha sido regular, útil, trabajador. Pero el debate aquí no es técnico: es cultural. La grada no ve en él al sucesor de Guerra, sino a un parche sin alma. Porque sustituir a un referente con un agente libre no es construir un proyecto: es maquillar una pérdida.

Negocio redondo, herida abierta

Miguel Ángel Corona avanza en la operación con eficiencia contable: se ingresan 25 millones y se cubre el hueco sin gastar un euro. En la hoja de cálculo, todo encaja. En el alma del club, todo chirría. Porque vender a Javi Guerra no es perder a un mediocentro. Es perder a un punto de anclaje. Es confirmar que este Valencia vende más rápido de lo que reconstruye. Y que mientras Mestalla sigue esperando un futuro, el presente se le escapa por los bolsillos.

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