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Alek Topuria y Dvalishvili aliados para reinar en el peso gallo y en el peso pluma

Ilia Topuria, doble campeón de la UFC, no se conforma con su éxito: planea que su hermano Aleksandre y su amigo Merab Dvalishvili también conquisten sus divisiones, buscando un histórico triplete de campeones

En las artes marciales mixtas, cada cinturón conquistado es algo más que un trozo de cuero adornado con metal brillante, es un pasaporte a la historia, una llave que abre las puertas del prestigio y, de paso, de las cuentas bancarias abultadas. Ilia Topuria ya lo sabe de memoria. Después de alcanzar la cima y sentir cómo el rugido de la multitud se mezcla con el frío del oro en su cintura, el español-georgiano entendió que la gloria individual, por sí sola, sabe a victoria efímera. La cima, al parecer, no es un destino sino un mirador desde el que se trazan planes más ambiciosos.

Porque Topuria, lejos de la complacencia, ha decidido que su historia no será la de un héroe solitario, sino la de una hermandad de gladiadores. A su lado, su hermano Aleksandre y su inseparable aliado Merab Dvalishvili se preparan para ejecutar un plan que parece sacado de una epopeya deportiva, conquistar simultáneamente las divisiones del peso gallo, pluma y ligero. Si lo logran, no solo levantarán cinturones, sino un monumento a la complicidad, a la estrategia y a la audacia.

Una estrategia entre pesos y destinos

El tablero ya está trazado con la precisión de un ajedrecista obsesionado con el jaque mate. Ilia, que abandonó el peso pluma tras ceñirse el cinturón, ahora reina en los 70,3 kilos del peso ligero. Su hermano Aleksandre, más joven pero con hambre semejante, se abre paso en el peso gallo, mientras Dvalishvili actual campeón gallo estudia un salto al peso pluma. En apariencia son simples movimientos de división, pero en realidad son jugadas calculadas, sincronizadas como los engranajes de un reloj que no admite retrasos.

El plan, claro está, no es solo deportivo, sino simbólico. Imaginar a Aleksandre levantando el cinturón gallo, a Merab dominando en pluma y a Ilia gobernando en ligero es contemplar un trío que rompe los moldes de la UFC. Tres campeones con una misma bandera de lealtad y ambición compartida, desafiando la lógica individualista que históricamente ha marcado las artes marciales mixtas. Sería como ver a tres estrellas fugaces coincidir en el mismo cielo, improbable, pero inolvidable.

Voces que anticipan un futuro histórico

Las palabras de Ilia no dejan margen a la duda. Tras derrotar a Charles Oliveira en Las Vegas, con la adrenalina aún corriendo por las venas y los dos cinturones colgando de sus hombros, lanzó un mensaje que sonó más a profecía que a reto. “¿Cuándo vas a subir al peso pluma? Los vas a destrozar a todos, te lo aseguro”. El tono no era de súplica, sino de certeza. La convicción de quien no habla de sueños, sino de planes en marcha.

El próximo año, España podría vivir una revolución deportiva sin precedentes. Tres amigos, tres luchadores y tres divisiones unidas por un mismo propósito, escribir juntos una página en la historia de la UFC. Si lo logran, no solo quedará el recuerdo de sus combates, sino la idea de que en un deporte regido por el ego, la mayor victoria puede ser compartida. Y entonces, quizá, descubramos que la gloria sabe mejor cuando se reparte en familia.