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Fernando Alonso aspira al podio en Mónaco

El asturiano se cuela en la tercera fila de la parrilla tras el castigo a Lewis: ¿huele a podio en el Principado?

Fernando Alonso ha hecho lo que mejor sabe hacer: sacar petróleo de un monoplaza con más limitaciones que un coche de alquiler en cuesta. El asturiano colocó su Aston Martin en séptima posición en la clasificación del Gran Premio de Mónaco, el templo urbano de la Fórmula 1. Pero este domingo saldrá sexto. ¿El motivo? Una sanción a Lewis Hamilton que lo adelanta sin tener que mover un músculo. Bueno, alguno sí: el de la sonrisa.

Un adelantamiento administrativo

El castigo a Hamilton —tres posiciones por entorpecer a Max Verstappen en Q1— ha reconfigurado la parrilla monegasca como un dominó elegante: el británico baja del cuarto al séptimo puesto, Verstappen hereda el cuarto, Hadjar sube al quinto… y Alonso se acomoda en la sexta plaza, esa línea entre el heroísmo posible y la utopía del podio.

No es solo una mejora simbólica: en Mónaco, donde adelantar es casi un arte perdido, cada posición en la parrilla es oro macizo. Salir sexto significa soñar. Salir sexto significa que, si todo sale bien —léase caos, lluvia, paradas milagrosas y alguna bandera amarilla—, Alonso podría pelear por algo más que puntos: podría coquetear con el podio. Palabras mayores.

El rookie que parte por delante, y el campeón que parte por detrás

La carrera del domingo tendrá a Alonso compartiendo fila con Isack Hadjar, un novato francés que ya ha demostrado no temblar bajo presión. Mientras, justo detrás, arrancará Hamilton, con el ego algo magullado tras una sanción que llegó para recordarle que hasta los siete campeonatos no te salvan de las reglas… ni del karma.

Y es que el sábado no fue precisamente una jornada dulce para el británico. Se estampó en los libres, llegó a la Q1 con el coche a medio punto de ebullición, logró un cuarto lugar casi milagroso… y luego lo perdió por una maniobra impropia de su experiencia. Mala suerte, sí, pero también falta de finura.

Dos paradas, cien dudas

El reglamento obliga ahora a realizar dos paradas por carrera, lo que en Mónaco suena casi a herejía estratégica. El Principado no premia la audacia con el neumático: premia la supervivencia, la paciencia y ese talento para gestionar tráfico como si fuera ajedrez de alta velocidad. Ahí, Alonso juega con ventaja. Tiene más carreras en Mónaco que algunos rivales años de vida.

Por eso, aunque su coche no esté para pelear con McLaren, Ferrari o Red Bull, la realidad del circuito —angosto, implacable, imprevisible— le da al asturiano una oportunidad que, en otro trazado, sería un espejismo. Si la carrera se convierte en un caos milimétrico, ya sabemos quién pesca en aguas revueltas con mejor caña.

Alonso y Stroll

Stroll se va al fondo, otra vez

Mientras Alonso escala puestos sin tocar el acelerador, Lance Stroll ha hecho lo contrario. El canadiense ha recibido también tres posiciones de sanción por estorbar a Gasly. Saldrá desde el puesto 19. Lo de Lance empieza a parecer un trabajo de infiltrado en el fondo de la parrilla: misión fallida tras misión fallida. Su sanción, la segunda en dos fines de semana, no sorprende ya a nadie. Ni siquiera a su propio equipo.

Mónaco, donde los milagros no son imposibles

Con Lando Norris en la pole, Charles Leclerc y Oscar Piastri en segunda y tercera posición, y Verstappen intentando remontar desde el cuarto lugar, todo apunta a un inicio eléctrico. Pero en Mónaco, el guion rara vez se cumple. Y Alonso, sexto en un circuito donde cada metro cuenta, tiene licencia para soñar.

Que Hamilton le haya allanado el camino por error no quita mérito. Porque en esta carrera, sobrevivir ya es una forma de atacar.