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Fernando Alonso obligado a retrasar su retirada si quiere ganar con Aston Martin

Fernando Alonso enfrenta un nuevo dilema en su carrera: aunque Aston Martin ha reforzado su proyecto con Honda y Adrian Newey, las palabras del ingeniero británico apuntan a que el equipo no estará listo para ganar en 2026

La Fórmula 1 vive de promesas, y Aston Martin había tejido la suya con hilos de oro, nuevas instalaciones, un túnel de viento flamante, un pacto con Honda y la llegada del arquitecto de sueños mecánicos, Adrian Newey. El relato parecía perfecto, casi hollywoodense. Pero entonces llegó Riccardo Patrese, con la ligereza de quien lanza un dardo en una fiesta, para recordar que la gloria no siempre llega en la fecha marcada en el calendario. Según confesó el propio Newey, 2026 no será el año de la coronación verde.

La declaración, nacida en el Festival de la Velocidad de Goodwood, no solo rebaja las expectativas; también erosiona el aura de inevitabilidad que rodeaba al proyecto de Lawrence Stroll. De repente, la visión de Alonso levantando un título con Aston Martin deja de ser destino y pasa a ser hipótesis. Y como suele ocurrir en la Fórmula 1, lo que ayer parecía inminente, hoy se dibuja como un espejismo.

La ilusión verde y el golpe de realidad

El plan de Aston Martin no era pequeño. Renovaron su cuartel general como quien levanta una catedral para la fe de los aficionados, ficharon a Honda para motorizar sus esperanzas y convencieron al ingeniero más codiciado de la parrilla de sumarse al viaje. Todo apuntaba a un guion escrito para la victoria. Sin embargo, las palabras de Patrese revelan una grieta incómoda, los cimientos tecnológicos esas herramientas de simulación esenciales para la élite todavía son endebles. Es como intentar correr una maratón con zapatillas nuevas, sí, pero con las piernas sin entrenar.

Newey, que nunca ha sido un charlatán sino más bien un alquimista prudente, admite que el equipo aún no está listo para competir con los gigantes. Y lo dice con esa mezcla de franqueza y cálculo que caracteriza a los grandes de su especie, reducir la presión mientras siembra la duda de que, tal vez, la sorpresa llegue antes de lo previsto. La antítesis es cruel, el fichaje más brillante del presente avisa que el futuro no brilla tanto como esperábamos.

El reloj de Alonso

En medio de este panorama incierto, aparece la figura de Fernando Alonso, ese gladiador que se resiste a abandonar la arena. En 2026 tendrá 43 años, edad en la que la mayoría de sus colegas prefirieron ver las carreras desde el sofá. La gran pregunta es si el asturiano estará dispuesto a prolongar su odisea una temporada más, esperando a que Aston Martin encuentre la consistencia que le falta. La paciencia, como la gasolina, también tiene un límite.

Lo paradójico es que Alonso, tan acostumbrado a luchar contra los elementos la mala suerte, los proyectos inacabados, las promesas incumplidas, se enfrenta ahora a su enemigo más implacable: el tiempo. Su talento sigue intacto, pero la espera puede resultar más desgastante que cualquier rival en pista. El destino, caprichoso como siempre, lo coloca ante una disyuntiva, retirarse como un héroe que desafió a los años o apostar a la fe verde de Aston Martin, aunque la gloria aún parezca lejana.