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Hamilton sorprende a Ferrari: La retirada no es fantasía

Lo que comenzó como una alianza legendaria entre el piloto más laureado y la escudería más icónica, hoy huele a despedida anticipada. La chispa no enciende, el ritmo no llega y el silencio de Lewis Hamilton dice más que mil ruedas de prensa

La llegada de Lewis Hamilton a Ferrari prometía ser un poema épico. El siete veces campeón, figura icónica del modernismo en la Fórmula 1, iba a vestirse de rojo como un gladiador en su acto final. Pero la historia, caprichosa como siempre, ha preferido un relato más sombrío. En Montmeló, lo vimos partir quinto y rendirse sexto, pero no fue el puesto lo que inquietó, sino el gesto, un rostro hueco, ausente, que hablaba más de exilio que de competencia.

Cuando Ferrari le pidió que dejara pasar a Leclerc, Hamilton lo hizo sin una mueca, sin una pizca del viejo fuego. Como quien entrega las llaves de una casa que ya no siente suya. El que una vez discutía con el muro técnico como si estuviera en la cumbre del Olimpo, ahora asiente como un oficinista fatigado un viernes por la tarde. No hubo rebelión, ni siquiera resignación gloriosa. Solo aceptación. Silenciosa, pero atronadora.

Hamilton
Lewis Hamilton vive uno de los tramos más grises de su carrera deportiva

Una temporada sin brújula y sin brújula no hay Ferrari

El espejismo chino esa carrera sprint ganada con el mismo fulgor que se apaga una bengala fue una cruel excepción. Desde entonces, Hamilton parece más piloto invitado que comandante de su destino. La conexión con el monoplaza es tan débil como una llamada con mala señal, hay palabras, pero no hay entendimiento. Y en Maranello, donde la emoción es parte del motor, eso pesa más que los cronómetros.

A sus 39 años, con un contrato que suena más a obligación que a alianza, Lewis flota entre dos mundos, el del pasado glorioso que lo empuja y el del presente incómodo que lo frena. Ferrari no lo entiende, y quizás él tampoco se entiende a sí mismo en rojo. El equipo y el piloto son, por ahora, dos islas que no se alcanzan ni con viento a favor. Y el tiempo ese cruel rival que no se puede rebasar empieza a dictar sentencia.

El silencio que grita adiós

Hay algo más elocuente que una entrevista incendiaria, el mutismo absoluto. En Barcelona, Hamilton no habló. Y en ese vacío resonaron todos los rumores. ¿Está pensando en retirarse? ¿Ha dejado de creer que puede reinventarse una vez más? La Fórmula 1 es un monstruo que se alimenta de confianza. Y cuando ésta se evapora, ni los títulos pasados pueden amortiguar la caída.

La pregunta ya no es si Hamilton podrá ganar con Ferrari, sino si quiere seguir intentándolo. Su cuerpo habla más que sus palabras, hombros caídos, mirada dispersa, pasos apresurados hacia el anonimato del box. Quizás estamos presenciando la última vuelta de una leyenda. No con fuegos artificiales, sino con un fundido a negro. Como los grandes actores que se despiden sin aplausos, pero dejando el eco de lo que fueron.

Fernando Alonso