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Lindblad pone en jaque a Tsunoda: El prodigio de Red Bull que asombra en F2

La irrupción de Arvid Lindblad en la órbita de Red Bull ha generado un efecto dominó en la Fórmula 1. Con solo 17 años y una Súper Licencia recién aprobada por la FIA, el joven británico empieza a perfilarse como una seria amenaza

En la eterna búsqueda del “próximo Verstappen”, Red Bull parece haber encontrado algo más que un simple eco del pasado, un rugido adolescente con nombre y apellido. Arvid Lindblad, con apenas 17 años, ya tiene la Superlicencia que abre la puerta de la Fórmula 1 como quien recibe las llaves de una nave interestelar. La velocidad de su ascenso no solo asombra; incomoda. Porque en un deporte donde los años suelen templar el acero, Lindblad es un cuchillo recién afilado. Su irrupción no es solo una promesa, es una amenaza directa al frágil statu quo de Yuki Tsunoda.

El japonés, aunque simpático y valiente, vive bajo la constante sombra de la duda. Red Bull no perdona la inconsistencia, y Tsunoda, con sus altibajos, ha aprendido que el talento sin resultados es como un motor sin gasolina, ruidoso, pero inmóvil. En cambio, Lindblad formado con precisión quirúrgica desde el karting ya acumula elogios, victorias y esa inquietante cualidad que solo los grandes tienen, parecer que ya han estado aquí antes. Como si el paddock no fuera un debut, sino un reencuentro.

Arvid Lindblad
Su joven joya de apenas 17 años

La bendición de Herbert y el juicio implacable de Red Bull

Johnny Herbert, con la sonrisa de quien ha visto mucho y se sorprende poco, no titubea al señalar al nuevo candidato.“Lo vi correr en karting, ya era diferente”. Su elogio no es gratuito. Herbert no es un nostálgico, es un cirujano del talento. Y en su bisturí, Tsunoda aparece como un cuerpo que aún no cicatriza. La comparación se hace inevitable. Red Bull ha quemado pilotos como si fueran cerillas, Albon, Gasly, el propio Tsunoda. Todos con talento. Todos con heridas. En ese asiento maldito junto a Verstappen, el problema nunca ha sido solo la velocidad, sino la resiliencia.

El caso de Lindblad, en cambio, evoca otra energía. Más que un piloto, parece un proyecto. Su perfil mestizo británico, con raíces suecas e indias recuerda que la Fórmula 1 es un mundo global con ídolos locales. Pero él no quiere ser bandera, quiere ser tormenta. Y eso, en Red Bull, se valora más que cualquier nacionalidad. En un equipo que quiere campeones, no embajadores, Lindblad parece haber entendido que el tiempo no se gana, se arrebata.

Hadjar cumple: Lindblad deslumbra

En este tablero de ajedrez acelerado, Isack Hadjar juega como un peón constante, fiable, sin escándalos ni fallos. Y eso según el propio Herbert importa. Pero mientras Hadjar suma puntos, Lindblad colecciona exclamaciones. Ganó la carrera principal de F2 el fin de semana pasado como quien canta bajo la lluvia, sin miedo, con naturalidad. Y en un entorno donde los números mandan, las emociones también votan. En Red Bull, emocionar es un argumento tan válido como puntuar.

La pregunta ya no es si Lindblad llegará, sino cuándo. Si se corona en F2, su debut en la F1 será una formalidad. Y si Verstappen decide hacer las maletas en algún futuro próximo, puede que el heredero no venga del fondo del garaje, sino del fondo de la parrilla de la F2. Porque a veces, el futuro no llega paso a paso. Llega como lo hace Lindblad, acelerando antes de que el semáforo se ponga en verde.

Fernando Alonso