Pole inesperada para Red Bull, mientras Fernando Alonso resiste con maestría entre gigantes
Silverstone, ese templo del rugido y la leyenda, volvió a demostrar que en Fórmula 1 no todo es aritmética: también hay vértigo, instinto y algo de alquimia. Max Verstappen, que llegaba sin cartel de favorito y con un Red Bull más errático que imperial, se sacó de la manga un “vueltón” memorable y firmó una pole tan inesperada como brillante. La número 1, contra todo pronóstico.
Justo detrás, los McLaren de Piastri y Norris confirmaron su condición de escuadra pujante. Ferrari, en cambio, desapareció cuando más se esperaba de ellos. Y entre los titanes, uno que no se baja del trono: Fernando Alonso. Noveno con un Aston Martin aún en fase de maduración, pero otra vez por delante de coches más rápidos. Alonso no corre: compone.
Verstappen, el “tapado” que vuelve a encabezar
Nadie lo esperaba. Tras unos entrenamientos libres con dominio dividido y McLaren al alza, la pole parecía territorio británico. Pero Max Verstappen, al que algunos creían en fase descendente, se encargó de recordarnos que los campeones no se jubilan: se reinventan. En una vuelta quirúrgica, silenció a la grada, a los McLaren y a sus propios fantasmas. Pole con Red Bull. Otra más. Otra lección.

Alonso, el escapista del siglo XXI
Mientras Stroll salía por la puerta de atrás en Q1 otra más, Fernando Alonso volvió a demostrar que lo suyo no es pilotar un coche: es desmentir la lógica. Pasó a Q3 como quien camina sobre fuego, con un único juego de blandos y dejando atrás a Alpine, Williams, Tsunoda, Albon y, lo más doloroso para Maranello, a Carlos Sainz. Noveno en parrilla, en una Q3 donde no debió estar por coche, pero sí por talento.
A sus 43 años, el asturiano sigue siendo el mejor ejemplo de que en la F1 no hay juventud que compita con inteligencia, precisión… y algo de rabia contenida.
Ferrari: del sueño a la pesadilla
Lo de Ferrari empieza a parecer una tragicomedia romana. Arrasaron en los libres. Ilusionaron. Y cuando tocaba rematar… nada. Sainz, 11º y eliminado por Gasly. Leclerc, perdido entre excusas y experimentos fallidos. Hamilton, mientras tanto, fue 5º. Russell volvió a ser “el inglés invisible” que aparece cuando nadie cuenta con él.
Carlos Sainz: ¿sin suerte o sin fe?
El madrileño firmó una clasificación gris. Por momentos pareció cerca del top 10, pero al final volvió a quedar fuera, engullido por el Alpine de Gasly y penalizado por no sacar el máximo a un Ferrari que, siendo honestos, tampoco parecía una joya esta vez. Saldrá 9º por las sanciones ajenas, pero ni él ni Maranello pueden dormir tranquilos.