Ducati se encuentra ante una encrucijada que podría redefinir su proyecto deportivo en MotoGP. Mientras Nicolò Bulega lidera con autoridad el Mundial de Superbikes, en Borgo Panigale se debate su posible salto a la categoría reina
En el mundo del motociclismo, donde los motores hablan más que los comunicados de prensa, Nicolò Bulega ha decidido alzar la voz con un rugido desde las Superbike. Mientras en MotoGP los nombres ilustres lidian con la gravedad la física y la metafórica, Bulega ha construido su candidatura con resultados que no admiten réplica, siete victorias, liderazgo sólido y una madurez de piloto que ya no cabe en el traje de promesa. A veces, el futuro se anuncia desde abajo, como un terremoto que no avisa pero lo cambia todo.
Su petición no ha sido tímida, si Ducati quiere seguir contando con él más allá de 2025, deberá ofrecerle un billete de vuelta a MotoGP. Nada de promesas vagas ni de premios por fidelidad. Bulega quiere correr donde corren los grandes, o al menos donde alguna vez corrieron. En Borgo Panigale, ese tipo de presión gusta tanto como incomoda, evoca recuerdos del pasado glorioso, pero también abre heridas en la jerarquía interna que ya no parece tan firme.

2027: La frontera donde los sueños chocan con los planos de ingeniería
Lo que antes parecía un anhelo juvenil hoy se discute entre ingenieros y ejecutivos. Ducati no solo considera darle una oportunidad, está preparando un escenario a su medida. La Desmosedici de 2027, esa criatura que nacerá bajo el nuevo reglamento técnico, podría convertirse en el trampolín de Bulega hacia la categoría reina. Como una novela cuyo desenlace se escribe antes del prólogo, el piloto italiano ensaya en la sombra su regreso a los focos.
Gigi Dall’Igna, ese alquimista moderno del paddock, ha admitido que el feeling de Bulega con las Pirelli lo tiene intrigado. No es poca cosa en un deporte donde los neumáticos pueden hacer pasar a un genio por torpe. En Ducati ya hablan de test privados, pretemporadas camufladas y silencios que gritan decisiones. Si algo caracteriza a los movimientos importantes es que, al principio, parecen casuales. Hasta que todo encaja.
Las piezas se mueven: Márquez duda, Bagnaia titubea y Martín acecha
Pero mientras Bulega acelera desde el margen, la parrilla principal vive su propio drama de incertidumbres. Los contratos de todos los pilotos Ducati vencen en 2027, pero el calendario no espera a nadie. Márquez aún no ha domesticado su nueva montura y Bagnaia, aunque sigue siendo el hijo pródigo de la casa, ha tropezado más de lo tolerable. El discurso oficial empieza a sonar como un eco vacío en los boxes: optimismo forzado, decepción contenida.
Por si fuera poco, Jorge Martín observa desde Aprilia con la mirada del que busca asiento sin decirlo abiertamente. Ducati sabe que las cartas están sobre la mesa y que, quizás, deba repartir otra vez antes del turno previsto. En ese tablero de tensiones, Bulega no es solo una ficha, es la jugada que puede romper la partida. ¿Serán capaces en Borgo Panigale de apostar por el cambio antes de que el cambio los obligue?