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Jorge Martín señala Montmeló como punto de inflexión: Clave para poder competir con Marc Márquez

Jorge Martín afronta el Gran Premio de Cataluña con la mirada puesta en recuperar confianza y reafirmar su adaptación a la Aprilia, en un circuito que le trae recuerdos de gloria

Jorge Martín llega al Gran Premio de Cataluña con la certeza íntima de que un circuito no es solo un trazado de curvas y rectas, sino también un territorio cargado de memoria. Montmeló no es cualquier pista para él, es el escenario donde, apenas un año atrás, tocó la gloria de proclamarse campeón del mundo de MotoGP. Ahora, sin embargo, el guion ha cambiado, ya no cabalga la Ducati que lo llevó a la cima, sino una Aprilia RS-GP que todavía se siente más como un invitado incómodo que como un viejo amigo de confianza.

El contraste no podría ser más elocuente, la euforia de un pasado dorado frente a la incertidumbre de un presente en construcción. Martín lo sabe y lo asume con ironía casi involuntaria, el héroe que levantó un título mundial en noviembre regresa convertido en aprendiz de sí mismo, obligado a demostrar que el brillo del ayer no es un recuerdo melancólico, sino el preludio de un renacer.

Entre la adaptación y la confianza recuperada

El piloto madrileño llega a Barcelona tras una actuación en Hungría que, aunque no fue un triunfo, tuvo sabor a victoria moral. Allí arañó sus primeros puntos en una sprint y firmó un cuarto puesto en la carrera principal. No fue un podio, pero sí un alivio, como cuando un nadador que casi se ahoga logra salir a la superficie y tomar aire por primera vez en mucho tiempo. El gesto de resistencia, más que el resultado, fue la señal de que aún puede desafiar a las tormentas.

“Me siento más cómodo sobre la moto”, repite Martín, como quien necesita convencerse a sí mismo tanto como a los demás. La frase, en apariencia sencilla, encierra la psicología del piloto, recuperar la confianza no es solo cuestión de técnica, sino de reconciliarse con la máquina, de hacer que ese cuerpo metálico deje de ser una bestia indomable para convertirse en una extensión natural de su instinto. Montmeló, con sus recuerdos felices, parece el lugar idóneo para esa reconciliación.

Jorge Martín
Jorge Martín afronta este fin de semana el Gran Premio de Cataluña con la convicción de que puede marcar un antes y un después en su temporada.

El espejo de Márquez y el desafío de la élite

En la tabla general, la realidad es tozuda, vigésimo puesto con apenas 23 puntos en cuatro Grandes Premios. Un campeón del mundo relegado a esa posición es como un rey destronado vagando entre plebeyos, incómodo, extraño, casi doloroso. Sin embargo, el deporte vive de paradojas, y precisamente esa fragilidad puede convertirse en el combustible que impulse a Martín a reclamar el sitio que siente suyo.

Su gran objetivo es recuperar la regularidad y volver a mirar de frente a rivales como Marc Márquez. No es casual que mencione al catalán, enfrentarse a él en Montmeló, en su propio feudo, tiene un aire de duelo medieval con resonancias modernas. Allí se decidirá no solo una carrera, sino la legitimidad de un regreso. Porque si en ese circuito que lo vio coronarse logra volver a la batalla por los puestos de honor, Jorge Martín demostrará que la caída fue solo una pausa dramática antes del segundo acto de su propia epopeya.