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La batalla se intensifica: Márquez y Bagnaia elevan la tensión por la corona de MotoGP

La tensión en Ducati ha subido de tono en pleno corazón del campeonato de MotoGP. Mientras Pecco Bagnaia acusa cambios en la moto que no favorecen su estilo, Fabio Di Giannantonio desmiente sus quejas y atribuye el dominio de Marc Márquez al talento puro

La llegada de Marc Márquez al equipo oficial de Ducati parecía un golpe maestro, de esos que hacen que los rivales tiemblen antes de arrancar. Pero la euforia ha dado paso a la sospecha. Pecco Bagnaia, el campeón vigente, ha pasado de ser el héroe del garaje a verse como un emperador sin trono, apuntando su dedo acusador hacia la Ducati GP25. Según él, la moto ya no es lo que era, ha perdido alma, carácter y sobre todo, velocidad. ¿Y el culpable? Márquez, por supuesto. Como si su sola presencia reprogramara el ADN de la Desmosedici.

Pero la antítesis se impone con rudeza. Mientras Bagnaia dramatiza, Di Giannantonio ironiza. Desde Le Mans, lanzó un dardo que sonó más como bofetada. “Las motos son todas iguales. Pero habría que preguntarle a Gigi”. El mensaje, con sonrisa incluida, fue claro, aquí no hay moto mágica ni conspiración de ingeniería. La tensión no está en la máquina, sino en el espejo.

Márquez y Bagnaia
La tensión en Ducati ha subido de tono en pleno corazón del campeonato de MotoGP

Una moto no tiene dueño: se adapta al que sabe domarla

La Ducati GP25 es un prodigio técnico, pero no un anillo forjado para un único dedo. Di Giannantonio lo dejó claro, esta moto es el resultado de un proceso coral, una sinfonía afinada por varios intérpretes. Bagnaia, sí, fue parte vital de ese desarrollo. Pero también lo fueron Martín, Zarco, el test team, y ahora Márquez. Pensar que un piloto la moldeó como arcilla a su antojo es olvidar que en MotoGP, el talento importa más que el pedigrí.

Ducati ha ganado con todos. Con el eléctrico Martín, con el preciso Bagnaia, con otros que rozaron la gloria. DiGia lo resume con orgullo, “Incluso nosotros ganamos con ella hace dos años”. La clave, según él, está en adaptarse, no en reclamar que la moto se adapte a ti. Porque en este circo de velocidad, el ego es más pesado que cualquier kilo extra de la carrocería. Si Pecco ya no vuela, quizás la pista no ha cambiado, ha cambiado él.

Marc Márquez: la pesadilla que no viene de la fábrica

Y luego está Marc. El invitado incómodo, el que no leía el libreto pero igual se llevó la función. Desde que se subió a la GP25, ha hecho que los cronómetros hablen su idioma. Su rendimiento no deja espacio para excusas ni consuelos técnicos. Márquez no necesita que le construyan una moto a medida; él se la pone al hombro y la lleva donde pocos se atreven. “Marc está haciéndolo verdaderamente bien”, admitió DiGiannantonio, como quien dice una verdad que duele pero libera.

Mientras tanto, Bagnaia se desangra en cifras, cero puntos en Francia, 51 unidades de desventaja, y una cara más gris que su mono rojo. El campeón se ha vuelto comentarista de su propia decadencia. Pero en MotoGP, como en la vida, los resultados no aceptan discursos. Si quiere recuperar la corona, Pecco deberá dejar de mirar con sospecha al box vecino y volver a pilotar como si tuviera que ganarse su lugar. Porque cuando el talento resurge, las excusas se evaporan como humo en la recta.