En verano aumentan la intensidad para detectar aquellos conductores que se han tomado alguna copa antes de coger el coche
Se ha terminado el confinamiento y, aunque el virus todavía corra con relativa libertad, es la época de salir y recuperar el tiempo perdido. Por mucho que llevemos mascarilla y respetemos la distancia social, las normas anteriores a la pandemia, lógicamente, también siguen vigentes. Sobre todo una: si bebes, no conduzcas después.
Irremediablemente es verano, hace calor y apetece salir a tomar una copa con los amigos para disfrutar de la vida. Además, una conducta más que recurrente lleva a varios conductores a tomar la decisión de que están bien y aptos para conducir. Un error.
Consejos para enfilar un control
Es evidente que mucha gente tolera bien el alcohol y si ha tomado alguna copa, con moderación, se siente en plenas facultades. Sin embargo, eso poco o nada importa a la hora de someterse a un test de alcoholemia, ya que el mismo marcará el nivel del alcohol en sangre y no lo bien que se pueda estar.
Por eso se ha comentado siempre numerosas trucos que realiza la gente para tratar de prepararse para un posible control. Uno de los más característicos es mascar chicle de menta y beber mucha agua. El agua ayudará a diluir algo el alcohol y el chicle refrescará el sabor de boca.
El truco definitivo
Pero ahora, según comentan en los propios mentideros de la Guardia Civil, hay una alternativa que parece funcionar algo mejor. Se trata de un método no probado, pero que fuentes cercanas aseguran que rebaja algo el nivel de alcohol en sangre.
La fórmula mágica es tomarse un almax. Evidentemente es un truco que rebaja algo el nivel. Es decir, aquel que haya bebido muy poco y estando bien crea que podría dar positivo lo puede probar. El que se bebe hasta el agua de los floreros no tiene escapatoria. Para evitar cualquier confusión, si bebes, no conduzcas.
