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Carlos Alcaraz doble corona en Roland Garros en una final épica

Sinner fue una muralla, pero Alcaraz construyó una leyenda. Carlos Alcaraz (2º ATP) retuvo el título en Roland Garros ante Jannik Sinner (1º); 4-6, 6-7 (4/7), 6-4, 7-6 (7/3) y 7-6 (10/2) en cinco horas y 29 minutos

Carlos Alcaraz no solo ganó Roland Garros. Lo conquistó con el alma en la boca, los músculos al límite y el corazón latiendo como tambor de guerra. En una de esas finales que no se juegan: se sobreviven. Ante un Jannik Sinner imperial, que le puso dos sets cuesta arriba como una pared vertical de mármol, el español se reinventó punto a punto hasta firmar una de las remontadas más heroicas que ha visto la Philippe-Chatrier.

Fue una batalla que duró más de cuatro horas y en la que cada set fue un pequeño drama independiente. El italiano dominó con ese tenis quirúrgico y sereno que a veces parece diseñado por una inteligencia artificial, pero Alcaraz se sostuvo con algo menos calculado y más humano: coraje, intuición y una fe casi infantil en su propia capacidad de darle la vuelta a lo imposible.

De promesa a patrón: Alcaraz ya no persigue leyendas, las escribe

Lo verdaderamente impresionante no fue solo que remontara por primera vez en su carrera un 0-2 en sets, sino la manera en la que lo hizo: jugando mejor cuando más dolía, subiendo el nivel en cada tie-break, y cerrando el súper tie-break final con un demoledor 10-2 que parecía un grito de guerra disfrazado de marcador.

Con apenas 22 años, Alcaraz ya suma cinco títulos de Grand Slam y permanece invicto en finales de este calibre. Su nombre, que aún suena a juventud, ya empieza a tener el peso de los elegidos. No es un heredero de Federer, Nadal o Djokovic: es otra dinastía naciendo en tiempo real.

Y Roland Garros, donde alguna vez reinó un tal Rafa, tiene nuevo rey. Uno que, como los grandes, no solo gana: también sobrevive a las noches eternas, a los rivales que parecen imposibles y a las dudas propias que acechan cuando más solo se está.

Hoy, el tenis español no solo celebra una victoria. Celebra una certeza: Carlos Alcaraz no es el futuro. Es el presente que ya hace historia.