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Emperador de Roma: Alcaraz conquista el Foro Itálico con paliza a Sinner

Carlos Alcaraz vence a Sinner en una final táctica y se corona campeón en Roma

Carlos Alcaraz ya tiene su corona romana. El murciano se ha proclamado campeón del Masters 1000 de Roma tras imponerse a Jannik Sinner por 7-6(4) y 6-1 en una final que comenzó equilibrada, tensa, como mandan las grandes citas, y que terminó siendo una exhibición de madurez, estrategia y carácter.

No fue solo una victoria más. Fue una consagración en tierra batida. Roma ya puede presumir de haber visto nacer a su nuevo emperador, un joven de apenas 21 años que, cada vez más, se asienta como heredero legítimo del trono del tenis mundial.

Sinner, atrapado en su propio espejo

El duelo prometía emociones fuertes. El italiano jugaba en casa, arropado por una grada volcada, pero la presión pareció ser demasiado. Sinner ofreció resistencia durante el primer set, empujado por su público, pero en el tie-break emergió el Alcaraz cerebral, calculador y preciso, ese que sabe cuándo atacar, cuándo resistir, y cuándo cerrar el puño con furia contenida.

Ya en el segundo set, el español soltó las riendas. Jugó suelto, valiente, creativo. Lo hizo todo bien: dropshot quirúrgicos, saques con kick que sacaban a Sinner de pista, reveses con ángulo milimétrico, subidas oportunas. Lo jugó como un veterano de mil batallas.

El nuevo ‘fantasma’ de Sinner

Lo cierto es que a Sinner le ocurre algo similar a lo que le pasaba a Federer en sus duelos contra Nadal: un rival al que todos temen, pero que él no logra descifrar del todo. Alcaraz ha vuelto a imponerse y se consolida como el auténtico “antídoto” del italiano. Ya son siete victorias en once enfrentamientos y una clara sensación: el español le tiene la medida tomada.

Cabeza fría y alma caliente

Lo más admirable de Carlos Alcaraz esta vez no fueron sus golpes imposibles ni sus celebraciones eufóricas. Fue su cabeza. Supo cuándo cambiar el ritmo, cuándo hacer daño y cuándo dejar que Sinner se ahogara en su propio juego. Jugó con madurez, con calma, y con una inteligencia táctica que lo sitúa ya no como promesa, sino como realidad consolidada.

Carlos Alcaraz es el nuevo campeón de Roma. Y lo ha hecho con clase, con talento… y con cabeza. Una combinación de virtudes que solo tienen los verdaderos campeones. Ahora, con Roland Garros en el horizonte, el murciano ya no es solo uno de los favoritos. Es el hombre a batir.