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Jessica Bouzas la esperanza joven del tenis español se abre paso en Roma

Mientras en España muchos aún buscan el relevo de nuestras grandes raquetas, en Roma una gallega de 22 años acaba de escribir su nombre entre los que no se rinden cuando el partido parece perdido.

Jessica Bouzas no ha ganado un Grand Slam. Ni es cabeza de serie. Ni sale en anuncios de coches de lujo. Pero este miércoles, en la tierra batida del Foro Itálico, demostró que hay victorias que no se miden por el ranking, sino por la forma en que se escriben. La suya fue a sangre y nervios: 6-3, 5-7 y 7-6 ante la estadounidense Ann Li, en un duelo que tuvo más giros dramáticos que una tragedia griega con raquetas.

La joya que no brillaba, pero golpeaba con fe

Lo que ha hecho Bouzas no es solo colarse en la segunda ronda del Masters 1000 de Roma —la primera española en hacerlo este año—, sino mostrarle a la afición que el tenis femenino nacional tiene futuro más allá de los nombres habituales. Porque sí, Paula Badosa aún es la gran referencia mediática, pero es Bouzas quien empieza a construir una narrativa que emociona: la de la luchadora que no se resigna.

En el primer set dominó. En el segundo, dudó. Y en el tercero, se redimió. Cuando el partido parecía deslizarse como arena entre los dedos, cuando la americana olía sangre y las piernas pesan como losas, Bouzas fue capaz de resetear cuerpo y cabeza. El tie-break final fue un puñetazo simbólico sobre la mesa: aquí hay talento, pero también carácter. El tipo de victoria que no hace portadas, pero sí biografías.

Bouzas es una realidad del tenis español femenino

Entre el anonimato y la esperanza

Jessica Bouzas no es una estrella precoz ni un producto mediático. Es más bien lo contrario: un proyecto paciente que ha ido madurando torneo a torneo, lejos de los focos, pero cada vez más cerca del nivel top. Su paso por el Open de Australia dejó buenas sensaciones, y ahora en Roma ha confirmado que no está de paso. Está subiendo.

A diferencia de otras promesas que se evaporan en cuanto llegan las luces, Bouzas parece estar hecha de otro material: más roca que cristal. Su juego aún es irregular, sí. A veces pierde ventaja como quien extravía las llaves en casa. Pero tiene algo que no se enseña: la capacidad de ganar partidos que parecen perdidos. De quedarse cuando el resto ya se ha ido.

El próximo obstáculo: Svitolina

Ahora le toca enfrentar a Elina Svitolina, una tenista curtida, en forma, y que llega lanzada tras rozar la final en Madrid. El duelo será desigual sobre el papel, pero precisamente por eso tiene el sabor de los desafíos importantes. Bouzas no tiene nada que perder, pero mucho que contar si vuelve a sorprender. Y con ella, lo inesperado no es una excepción, sino una posibilidad constante.

Una nueva página en el tenis español femenino

En un país donde la historia reciente del tenis ha estado escrita por nombres tan gigantescos que casi impiden ver el paisaje que viene detrás, es refrescante —y necesario— que aparezcan figuras como Jessica Bouzas. No como reemplazo de nadie, sino como protagonista de su propia historia. Una historia que hoy, en Roma, ha tenido su primer capítulo verdaderamente heroico.

Que nadie la llame promesa. Porque lo de ayer no fue promesa, fue realidad.

Carlos Alcaraz