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La sorpresa agradable de Roland Garros

Mientras las grandes favoritas peleaban por el título, Loïs Boisson irrumpió con autoridad, firmando una actuación que no solo la catapultó al top-100 del ránking WTA, sino que devolvió la ilusión a una grada sedienta de ídolos

A veces, los cuentos de hadas no empiezan con una varita mágica, sino con una wild card. Loïs Boisson, una joven francesa que figuraba en el anonimato del puesto 361 del ránking WTA, irrumpió en Roland Garros con la osadía de quien no tiene nada que perder y termina ganándose todo, la admiración, la ovación y, sobre todo, el corazón del público local. En un torneo que no dejó campeonas francesas, ella se convirtió, paradójicamente, en el símbolo de la victoria emocional.

Boisson no fue una promesa, sino una revelación. Dejó en el camino a estrellas como Jessica Pegula y Mirra Andreeva, con la naturalidad con la que alguien rompe una taza sin saber que era de porcelana de Limoges. Su tenis agresivo, sin florituras, y su sangre fría en los tie-breaks contrastaron brutalmente con su juventud de 20 años. Coco Gauff, eventual campeona, la frenó en semifinales, pero no pudo borrar la huella. De París se fue con un salto de 296 puestos y una certeza, el ranking es una fotografía borrosa cuando el alma brilla en alta definición.

Loïs Boisson
La gran revelación de Roland Garros ha sido sin duda Loïs Boisson

El tablero femenino se sacude: pero Sabalenka no cede el trono

La conquista de Gauff no bastó para destronar a Aryna Sabalenka. La bielorrusa sigue reinando con una ventaja numérica tan sólida como impersonal, 11.553 puntos. Mientras tanto, la estadounidense, segunda con 8.083, parece aún condenada al rol de heredera sin corona. Entre ambas, el circuito femenino se reorganiza como un tablero de ajedrez en plena partida, las piezas se mueven, pero la reina no cae.

Del quinto al décimo puesto, las sorpresas abundan más que en una novela de Dumas. Qinwen Zheng sube al quinto lugar y Iga Swiatek, otrora emperatriz de la arcilla, cae a un inesperado séptimo puesto. En medio, Pegula, Paolini, Badosa y Navarro intentan encontrar su lugar en una élite que cambia de forma como una nube en el cielo de junio. Mientras tanto, Ons Jabeur protagoniza una de las caídas más tristes del torneo, del puesto 36 al 54, como un poema inacabado que el viento arrastra sin final.

Alcaraz deslumbra: pero Sinner resiste en su trono de hielo

Carlos Alcaraz volvió a París con la elegancia de un príncipe que conoce cada rincón del castillo. Defendió su corona con autoridad, pero no logró arañar el liderato de Jannik Sinner. El italiano, más frío que una madrugada en los Dolomitas, mantiene su ventaja de 2.030 puntos y su lugar como número uno del mundo. Entre ambos se despliega una rivalidad silenciosa, de esas que no necesitan gritos porque ya arden bajo la superficie.

Zverev, tercero en discordia, sigue a distancia prudente, como un espectador de lujo en una obra que aún no decide su acto final. Con cada torneo, la lucha por el trono se tensa, Alcaraz ataca, pero Sinner no parpadea. En este ajedrez de talentos, cada movimiento cuenta, y Roland Garros fue apenas una jugada más en una partida que promete convertirse en leyenda.