Roland Garros 2025 entra en su fase más candente. Las grandes figuras saltan hoy a la pista con la presión como compañera de viaje
El jueves 29 de mayo amanece en París con el aroma a croissant, café y drama deportivo. La última jornada de la segunda ronda en Roland Garros 2025 no promete sorpresas, las exige. Con gigantes ya derrumbados Tsitsipas, Ruud, Cerúndolo, los ojos se clavan hoy en una nueva hornada de elegidos. Djokovic, ese reloj suizo en cuerpo balcánico; Sinner, el heredero pelirrojo de la calma letal; Badosa, vestigio y esperanza del tenis español; y Coco Gauff, fuerza adolescente con el aplomo de una veterana, buscan avanzar entre una arcilla más traicionera que nunca.
El calendario, ese tirano disfrazado de organizador, ha tenido que ceder terreno al caos de los dobles, desplazando horarios y cruzando destinos. Pero ni el retraso ni la incomodidad empañan el brillo de la cartelera. En la Chatrier, Sinner se mide a un Gasquet que resiste como una ópera antigua en Spotify; mientras Djokovic enfrentará a Corentin Moutet, el enfant terrible local. Gauff y Badosa, entre tanto, desplegarán su juego en pistas que podrían ser altares o arenas del coliseo. Todo depende del temple. Y de la historia que decidan escribir.

Españoles al borde del filo: entre el adiós y el milagro
La delegación española se juega algo más que partidos hoy, se juega la narrativa. Tras las despedidas prematuras de Leyre Romero y Pablo Carreño, sobreviven Badosa, Davidovich, Munar y Bouzas. Cuatro nombres, cuatro pulsos con el destino. Alejandro Davidovich, especialista en el abismo, enfrentará a Jiri Lehecka en un duelo donde cada set será una montaña rusa sin cinturón de seguridad. Paula Badosa, por su parte, carga con la expectativa de un país y la fragilidad de un físico tantas veces traicionado.
Jessica Bouzas y Jaume Munar completan el escuadrón que aún respira, con sus raquetas listas para esculpir milagros. Ella frente a Robin Montgomery, él abriendo jornada ante Arthur Fils. Dos combates sin favoritismo claro, dos oportunidades de colarse en una tercera ronda que empieza a parecer club privado. La arcilla parisina, como un juez impasible, dictará sentencia. España espera. Pero sin aliento.
Orden y caos en París: un día con aroma a leyenda
El menú tenístico de este jueves es más largo que un monólogo de Shakespeare. Desde las 11 de la mañana, las pistas de Roland Garros vibran con enfrentamientos que, en otra vida, serían finales. Pegula, Keys, Monfils, Zverev, Andreeva, Rublev, Vondrousova la lista es tan ilustre como impredecible. Es el tipo de jornada donde un adolescente puede destronar a un campeón, y una veterana, reinventarse en silencio. La Philippe Chatrier y la Suzanne Lenglen no serán canchas, serán escenarios de tragedia o epopeya.
Pero lo más fascinante no es quién gana, sino cómo. Djokovic puede vencer con la frialdad de un cirujano o con el sudor de un obrero. Sinner puede bailar sobre la línea de fondo o tropezar con el pasado. Y Gauff, como siempre, puede hacer que todo parezca fácil, hasta lo imposible. Roland Garros no perdona, pero tampoco olvida. Hoy, 29 de mayo, los sueños pisan tierra, literalmente. Y algunos, con suerte, germinarán.