En Rabat, el tenis español vivió un estreno con luces y sombras. Mientras Jessica Bouzas consiguió una victoria luchada que la mantiene en carrera en el WTA 250, Carlota Martínez se despidió con una derrota contundente
Jessica Bouzas llegó a Rabat con el aire impetuoso de quien todavía no ha aprendido a temerle al fracaso. En su primer partido del WTA 250, la gallega sorteó un duelo lleno de espinas ante Julia Grabher, donde cada set pareció disputarse en idiomas distintos. El primero, hablado en clave de agresividad serena; el segundo, una cacofonía de errores; el tercero, un discurso firme y determinado. Ganó con parciales de 6-3, 1-6 y 6-4, como quien atraviesa una tormenta con paraguas roto pero dignidad intacta. No fue brillante, pero sí valiente.
Bouzas supo sufrir, y eso en el tenis y en la vida no es poca cosa. Cuando el segundo set amenazaba con arrastrarla al abismo de la duda, encontró temple donde antes hubo nervios. En la manga definitiva, devolvió cada ataque con la precisión de quien no quiere volver a casa todavía. Su victoria, aunque irregular, huele a algo más grande, una promesa que se abre paso a contracorriente, como flor silvestre en el cemento. Porque ganar sin estar en tu mejor día siempre dice más que las victorias cómodas.

Carlota Martínez: el silencio de la derrota sin excusas
Y mientras Bouzas peleaba con uñas y estrategia, Carlota Martínez Círez vivía el reverso del relato: una derrota sin historia, sin épica, sin margen de reacción. La aragonesa fue barrida del torneo por la italiana Tatiana Pieri con un 6-3 y 6-0 que no admite matices. Pieri, 377 del ranking, parecía otra en pista. Martínez, 222 del mundo, parecía ausente. El marcador no fue cruel, fue exacto, reflejó lo que ocurrió con la frialdad de una fotografía mal iluminada.
No hubo espacio para la remontada ni señales de resistencia. Martínez no encontró su juego, ni su saque, ni siquiera una chispa de rebeldía. Pieri aprovechó cada error como un buitre atento al mínimo desliz, y el partido se esfumó como una oportunidad desaprovechada. En 86 minutos, Carlota se marchó de Rabat sin romper el saque rival ni una vez, dejando un vacío más doloroso que la derrota misma, el de no haber tenido margen para lucharla.
Bolsova al acecho: el último as bajo la manga
Pero aún queda tela por cortar. Este martes, la catalana Aliona Bolsova saldrá a pista para enfrentarse a la checa Katerina Siniakova, sexta cabeza de serie. Un duelo que promete más espinas que rosas. Bolsova, veterana de mil batallas, sabe que su tenis necesita precisión quirúrgica y fe inquebrantable para evitar que la representación española se reduzca a un suspiro prematuro. Y en Rabat, donde cada partido huele a arcilla y urgencia, no hay margen para dudas.
La jornada inaugural deja una estampa ambigua, Bouzas ilusiona, Martínez decepciona. Dos historias, una bandera. Porque en el deporte, como en las tragedias griegas, lo glorioso y lo trágico conviven en la misma escena. Y Rabat, como buen escenario, ha decidido no tomar partido aún. Solo queda ver si la función continúa o si el telón caerá antes de tiempo.