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Wimbledon 2025: Raducanu se enciende pero Sabalenka la apaga

Un duelo bajo luces, gritos y esperanza británica… que terminó en silencio

Emma Raducanu estuvo cerca. Muy cerca. Lo suficiente como para hacer vibrar al Centre Court como en los días gloriosos de Andy Murray, para devolverle al público esa sensación de que los milagros son posibles cuando el techo se cierra y el alma se abre. Pero como ya sabemos, en el tenis y en la vida estar cerca no siempre basta.

Cayó 7-6(6), 6-4 ante Aryna Sabalenka en un partido que no fue una derrota cualquiera. Fue una caída de esas que se recuerdan más por lo que hicieron sentir que por el resultado. Porque Raducanu, sin título desde aquella epopeya de 2021 en el US Open, demostró que aún lleva dentro ese fuego. Y por momentos, ardió.

Raducanu ilusiona, Sabalenka sobrevive

Durante largos tramos del encuentro, Raducanu no parecía enfrentar a la número tres del mundo, sino a sus propios fantasmas. Y ganaba. Un 4-2 en el primer set y un 4-1 en el segundo alimentaron el sueño: que aquella Emma que derribó muros como una colegiala irreverente volvía, esta vez bajo el cielo cerrado de Londres.

Pero enfrente estaba Sabalenka, esa bielorrusa que juega como si sus raquetazos fueran decretos. Le costó entrar en calor, pero cuando lo hizo, no perdonó. “Tuve que luchar por cada punto como una loca”, reconoció al final, sabiendo que por un buen rato, fue la invitada indeseada en una fiesta que no era suya.

Aryna Sabalenka, número uno del tenis mundial

La cruel matemática del tenis

Emma tuvo set points, break points, ovaciones de 15.000 gargantas e incluso un hilo narrativo de película: la caída, la redención, el regreso. Pero Sabalenka tuvo más. Más potencia, más experiencia, más sangre fría. Convirtió el último tramo del partido en una ráfaga de cinco juegos consecutivos que silenció Henman Hill y cortó de raíz cualquier romanticismo.

En ese instante final, cuando Raducanu falló su devolución en el punto de partido, el rugido se convirtió en suspiro. Y Sabalenka, con la honestidad brutal que la caracteriza, lo dijo todo: “Me duelen las orejas. Fingía que también me animaban a mí”.

¿Y ahora qué?

Raducanu se va de Wimbledon con algo más que una derrota: se lleva el respeto recuperado y una certeza valiosa. No está tan lejos. Su tenis, por momentos, fue una tormenta eléctrica que solo una jugadora top pudo aplacar. Las viejas dudas siguen ahí, sí, pero también la convicción de que hay madera para algo más.

Sabalenka, por su parte, avanza hacia octavos donde enfrentará a Elise Mertens, sabiendo que si quiere seguir, tendrá que sufrir. Porque el corazón del tenis no se gana solo con músculo, sino también con resistencia emocional. Y en eso, esta noche, Raducanu le obligó a sacar lo mejor de sí.

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