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Ryanair augura retrasos si el ministro Puente no reacciona

Este verano, los cielos españoles podrían convertirse en salas de espera voladoras. Ryanair lanza una ofensiva directa contra el Ministerio de Transportes por la escasez de controladores

Ryanair, que nunca ha destacado por sus modales diplomáticos, ha decidido señalar con dedo flamígero al ministro Óscar Puente, a quien acusa de permitir que los cielos españoles se conviertan en una especie de sala de espera flotante. Según la compañía, si no se refuerzan con urgencia las torres de control, este verano no solo sudaremos por la ola de calor, sino también por la incertidumbre de saber si nuestro vuelo saldrá antes del amanecer siguiente. Un 20% más de retrasos no es una cifra, es una amenaza con forma de boarding pass eterno.

Con su habitual mezcla de oportunismo y efectividad, la aerolínea irlandesa no se ha limitado a lanzar el típico comunicado insulso. Ha activado una campaña con nombre de tragedia griega. “El control del tráfico aéreo arruinó mi vuelo”. Un eslogan que podría haber salido de una pared del aeropuerto de Barajas a las cuatro de la mañana. La táctica, pedir a los pasajeros que escriban directamente a los ministros europeos. En tiempos de redes sociales, la carta vuelve a ser arma política. Aunque esta vez no se envía con sello, sino con rabia y Wi-Fi de aeropuerto.

Ryanair
Una campaña pública para implicar a los pasajeros y presionar a los gobiernos

España y sus cielos congestionados: ¿crisis real o narrativa conveniente?

Según Ryanair, España es con permiso de Francia el país con más demoras por gestión del tráfico aéreo. El dato impacta como un rayo en pista seca, más de 11.500 vuelos retrasados en lo que va del año. Lo curioso es que el tráfico aéreo ha vuelto a niveles casi prepandémicos, pero los controladores no. Es decir, volvimos al ritmo frenético de siempre, pero sin recuperar a los violinistas de la orquesta. El resultado, disonancia, caos, y un concierto que empieza con una hora de retraso.

Pero no todos tocan la misma partitura. Desde Enaire, el gestor público del espacio aéreo español, niegan que haya un déficit de personal. Alegan que solo generan el 11% de las demoras europeas y que incluso ese número ha bajado. También presumen de haber aumentado su plantilla, como si mostrar músculo estadístico bastara para calmar a los viajeros atrapados en terminales sin aire acondicionado. Sin embargo, formar un controlador lleva al menos dos años. Así que, aunque haya plazas convocadas, el cielo no entiende de promesas futuras.

Un verano en suspenso: entre la burocracia y la turbulencia

El control aéreo se ha convertido en una especie de teatro griego moderno: lleno de héroes técnicos, coros de quejas y tragedias en forma de overbooking. Mientras Ryanair exige soluciones y Enaire responde con gráficos, los pasajeros se convierten en peones de una partida sin fin, atrapados entre los vientos del mercado liberalizado y las lentitudes del Estado. La antítesis es clara, aviones supersónicos gestionados por estructuras que se mueven a paso de tortuga.

Y, como siempre, lo más irónico es que todos parecen tener razón. Ryanair por denunciar una falta que sí afecta a millones, y Enaire por defender unos datos que también reflejan esfuerzo. Pero los retrasos no entienden de informes ni campañas, son como la humedad, se sienten. Este verano, volar será un acto de fe. Y la fe, como sabemos, no siempre embarca a tiempo.