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El caso Leire Díez nueva pieza para derribar al presidente Pedro Sánchez

Mientras los focos apuntan a Leíre Díez, el verdadero peligro podría estar en la sombra. Se acumulan indicios de una posible red dentro de la UCO actuando con fines políticos

Que Leire Díez se haya convertido en un fenómeno mediático dice menos de ella que del país que la señala. Lo que empezó como un supuesto caso de incompatibilidades laborales se ha transformado, como por arte de una mano invisible o no tan invisible, en un misil político teledirigido hacia Moncloa. Porque, aunque nadie lo diga en voz alta, el escándalo tiene más de coreografía que de casualidad. Una mujer, un informe, un juez con nombre que parece personaje de novela negra, Peinado. Todo encaja demasiado bien.

El espectáculo no está en la trama, sino en su sincronía. Medios conservadores alimentan el fuego mientras el PSOE, con una mezcla de desconcierto y sospecha, atisba la sombra de una vieja conocida, una estructura parapolicial que actúa como si la democracia fuera un molesto trámite. La llamada “UCO patriótica” suena ya más a marca registrada que a casualidad institucional. Y aunque no hay veredictos, hay demasiadas preguntas mal respondidas como para dormir tranquilo.

Leíre Díez
La posibilidad de que miembros de la UCO estén actuando con fines políticos.

Ecos de un pasado que nunca terminó

La duda ya no es si hay una operación orquestada, sino cuán profunda es su raíz. Cuando las filtraciones se suceden con una precisión quirúrgica, y los errores en los informes parecen diseñados para causar estragos más que justicia, la intuición deja de ser paranoia. Algunos periodistas, esos que aún recuerdan que el oficio consiste en incomodar al poder y no en servirle café, han empezado a hacer preguntas incómodas. Y eso, en España, suele tener consecuencias.

No es una batalla entre izquierdas y derechas, sino entre quienes creen en el juego limpio y quienes juegan con las cartas marcadas. Porque si los que deben investigar son parte del complot, ¿quién vigila a los vigilantes? La sensación es inquietante, como ese momento en el que el silencio de una sala sugiere que todos saben algo que tú no. Y mientras tanto, los titulares siguen girando en torno a Díez, como si ella fuera la historia. Cuando apenas es la cortina.

El verdadero poder no necesita votos

El lawfare esa palabra que suena a novela distópica y no a democracia real ya no es una amenaza abstracta. Se está ejecutando con la precisión de un cirujano que opera sin anestesia y con objetivos políticos. Lo paradójico es que incluso medios que se proclaman progresistas están comprando el relato, reforzando una narrativa hecha a medida de quienes jamás se han presentado a elecciones, pero siempre han tenido el poder de torcerlas.

Lo inquietante no es que existan cloacas, eso ya lo sabíamos. Lo terrible es que se usen para secuestrar la voluntad popular disfrazándolo de legalidad. El caso Aldama, las escuchas editadas, las coincidencias repetidas todo apunta a una guerra fría institucional que, si no se desactiva, puede terminar arrasando lo que queda de la confianza ciudadana. No es Leire Díez. No es el PSOE. Es la democracia la que está a prueba. Y el reloj, hace rato, empezó a correr.

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