Puesto 24 de la cantante española en una edición con incidentes por Israel
La sevillana sufre un naufragio en Malmö y España se queda nuevamente cerca de ser olvidada en Eurovisión.
En ocasiones Eurovisión se convierte en una celebración llena de colores y emociones variadas; sin embargo este año ha sido un recordatorio incómodo para algunos países como España que continúan en la búsqueda de la fórmula ganadora en medio de expectativas frustradas y certezas rotas.
Melody de Dos Hermanas y su excepcional voz no logró capturar la atención de los favoritos y terminó en una decepcionante posición 24ª; una situación que ha vuelto a sumir al país entero en la frustración y las esperanzas perdidas.
Lo logró de manera notable y sorprendente al presentar una propuesta que muchos consideraban competitiva y poderosa y la cual se destacaba por su carisma y voz únicos junto con una estética flamenca modernizada por toques electrónicos que transmitían un sentimiento de optimismo palpablemente nuevo y fresco. Sin embargo Eurovisión no se rige por la lógica emocional; aquello que aquí generaba emoción pasó desapercibido en ese contexto o peor aún fue simplemente ignorado sin más ni más.

La ilusión de los jurados
El inicio no resultó completamente catastrófico para España en la asignación de puntos por parte del jurado profesional; si bien no recibió ningún “12″, logró sumar varios puntos iniciales y se situó momentáneamente en posiciones alentadoras. No obstante la esperanzadora posición inicial de España al inicio del recuento de votos pronto se vio eclipsada por la cruda realidad a medida que avanzaba el proceso; la bandera española parecía escurrirse de las pantallas como si fuera presa de un hechizo de invisibilidad.
En ese momento, Austria, Italia o Suiza estaban empezando a conseguir puntuaciones muy altas. España, sin alianzas evidentes o factores geopolíticos a su favor, se quedaba rezagada en la carrera principal .
El voto telefónico – la decisión final
Siempre nos queda la esperanza del voto del público por teléfono como último recurso para dar vida a propuestas que no conquistaron a los jueces. Los seguidores españoles mantuvieron la esperanza durante unos instantes. Pero la decepción fue inminente y cruel: cabe resaltar que solo obtuvo 10 puntos del público europeo y esa cifra insignificante marcó el destino de Melody, colocándola en una posición casi al final de la edición.`
Una postura complicada de defender e incluso más difícil de aceptar para aquellos que confiaban en la propuesta.Porque una cosa es no obtener el triunfo, y otra muy distinta es marcharse prácticamente a hurtadillas por la puerta de atrás.
Melody se ve afectada por la imprevisibilidad creciente de un festival
La cantante de Sevilla no tuvo problemas en su interpretación vocalmente hablando; sin embargo en Eurovisión es necesario más que solo tener una buena voz para destacar. El festival se basaa cada vez más en emociones instantáneas y poderosas historias narradas; así como en conexiones globales y controversias estratégicamente planeadas. Por ejemplo este año Israel estuvo cerca de ganar el festival a pesar de las polémicas que rodearon su participación; esto demuestra claramente que tanto el voto emocional como el geopolítico tienen un gran peso en la balanza.
En medio de la tormentosa situación Melody se encontraba sola y desconectada como un planeta errante en el espacio infinitamente vast o. A pesar de su encanto, dedicación y trayectoria, nada parecía ser suficiente .
El vencedor es una cara nueva en Suiza.
A medida que España asimilaba el revés sufrido en la competencia musical europeo-visionaria anualmente conocida como Eurovisión Song Contest (ESC), un talentoso joven suizo de tan solo 24 años de edad conocido como JJ se alzaba triunfalmente agarrando el codiciado trofeo de cristal tras acumular un total de 436 puntos por su actuación en el escenario principal del certamen internacional de la canción europeo. La victoria del joven representante suizo fue descrita como impecable y elegante por espectadores y críticos por igual; un triunfo que parecía estar destinado para calmar las aguas turbulentas previas al anuncio final del ganador y que contribuyó a disipar cualquier controversia adicional que pudiera haber surgido durante el apasionante evento artístico-cultural.
Al regresar a casa junto a Melody se percibía una sensación desagradable en el aire; un golpe emocional difícil de disimular se apoderaba de ella. Sin embargo quizás es ahora cuando empieza ver más allá; Eurovisión no es solamente un certamen musical sino un entorno complejo donde el talentoso no es más que imprescindible pero no determinante.
Ahora es el momento de reflexionar sobre lo sucedido hasta ahora y también de sanar las heridas para poder mirar hacia adelante y decidir si vale la pena continuar intentándolo o no. A pesar del dolor que pueda causar el fracaso de este año en particular, la esperanza persiste obstinadamente en nosotros. Siempre habrá nuevas oportunidades, nuevas perspectivas y nuevos sueños por alcanzar al otro lado de Europa.