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Wyoming despide a Mujica: “Entre Trump, Milei y la coherencia, yo elijo a Pepe”

En “El Intermedio”, Wyoming aprovechó la ocasión para rendir homenaje al expresidente uruguayo y, con su habitual ironía, contrastar su figura con la de referentes políticos actuales como Trump y Milei

En un tiempo donde los líderes se maquillan más que las ideas, la muerte de José “Pepe” Mujica irrumpe como un recordatorio incómodo, sí, aún existen políticos que viven como hablan. La emisión del martes de El Intermedio arrancó con un silencio que pesaba más que los monólogos. Wyoming, más serio que sarcástico, rindió tributo a quien llamó “un faro” para la política con principios. Mujica, ese expresidente que cambió la limusina por un escarabajo oxidado, murió como vivió, sin miedo al polvo, al cáncer ni a la coherencia.

Sandra Sabatés lo dijo sin adornos, “Es una pérdida enorme”. Pero más que duelo, lo que flotaba en el plató era una pregunta soterrada. ¿Por qué se nos hace tan raro un político decente? Mujica dormía rodeado de libros, perros y lealtades, como un monje laico cuya riqueza era la consistencia. Ni mansiones, ni escoltas, ni selfies de campaña. Solo campo, mate y una testaruda fe en que la dignidad no cotiza en bolsa.

El Intermedio
El exmandatario vivía en una modesta chacra, renunciando a lujos pese a haber ocupado el cargo más alto de su país

La antítesis de un siglo: Mujica versus Milei

La muerte del viejo luchador uruguayo se convirtió en el telón para una escena que Wyoming no desperdició. En su estilo de bisturí envuelto en chiste, comparó dos visiones de mundo como si fueran tortillas con o sin cebolla: de un lado, la ferocidad marketinera de Trump y Milei; del otro, la templanza desarmada de Mujica. Un duelo entre la estridencia y la quietud, entre el show y el ejemplo. Y, por supuesto, Wyoming eligió bando sin ambigüedades.

“El mundo se parte en dos”, dijo, y no mentía. Mientras unos inflan sus egos con testosterona libertaria, otros recuerdan que gobernar no es devorar, sino cuidar. Mujica había advertido, en su última aparición en Lo de Évole, sobre la podredumbre que brota cuando el poder se despega del alma. Wyoming recogió ese testigo con una frase que dolió más que hizo reír. “Entre la furia neoliberal y la calma republicana, me quedo con quien eligió vivir como pensaba”. Y así, con ironía y duelo, plantó cara al cinismo contemporáneo.

Un adiós que interpela a los vivos

La coherencia de Mujica no era solo una rareza, era una amenaza para quienes viven del disfraz. Por eso, su muerte no es solo una pérdida, es un espejo. ¿Y si el verdadero extremismo no es la izquierda con flores, sino la derecha con látigos? En el plató de El Intermedio, lo entendieron bien, homenajearlo no era mirarlo con nostalgia, sino ponerlo de ejemplo incómodo.

Wyoming no habló del Mujica mito, sino del Mujica incómodo. El que recordaba que la pobreza no es solo económica, sino moral. El que, sin gritar, decía más que una docena de discursos con PowerPoint. Su legado no es un plan de gobierno, sino una brújula. Una que apunta hacia lo difícil, lo impopular, lo honesto. Y claro, eso no se tuitea tan fácil.

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