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Willy y Juancho no son Pau y Marc: España se la jugará contra Antetokounmpo

España llega contra las cuerdas tras la derrota ante Italia, marcada por el gris desempeño de Willy y Juancho Hernangómez. Ahora, con Antetokounmpo como rival, el futuro de La Familia se juega en un todo o nada

Hace apenas cuatro años, los Hernangómez eran algo más que dos jugadores de baloncesto, eran un símbolo de prosperidad deportiva. Juancho levantaba el trofeo de MVP de la final europea como quien alza una antorcha en mitad de la noche, y Willy era coronado mejor jugador del torneo con la seguridad de quien siente que la historia le sonríe. Ambos orbitaban en torno a la NBA, acariciando la promesa de un futuro consagrado en la élite.

Pero en Limasol, la épica se transformó en desconcierto. Frente a Italia y en un partido que exigía grandeza, los hermanos ofrecieron apenas sombras de lo que fueron. El contraste fue brutal, de referentes admirados a dudas encarnadas, como estrellas que de pronto titilan demasiado cerca del ocaso. Lo que se esperaba como un recital acabó siendo una partitura desafinada.

Estadísticas que pesan como piedras

Los números no mienten, y a veces hieren más que las palabras. Willy, en 17 minutos, sumó un solo punto desde la línea de tiros libres, fallando incluso un lanzamiento que pudo haber cambiado la historia en los segundos finales. Erró cuatro tiros de campo y se marchó de la pista con una mezcla de frustración y silencio que decía más que cualquier estadística.

Juancho, en paralelo, tampoco encontró su sitio, 15 minutos en cancha, cuatro triples fallidos y ni una canasta que avivara el recuerdo de su viejo fulgor. Su actuación no fue simplemente discreta, fue invisible, como si el escenario se hubiera vuelto demasiado grande para sus pasos. La ironía cruel del deporte, quienes fueron estandartes se vieron reducidos a espectadores de su propia decadencia.

El relevo y el desafío griego

La esperanza no vino de los nombres consagrados, sino de quienes apenas comienzan a escribir su capítulo. Santi Aldama y el joven Juan Núñez De Larrea cargaron sobre sus hombros un peso que no parecía corresponderles, sosteniendo a España en los instantes más críticos. Fue un relevo inesperado, casi simbólico, las nuevas generaciones demostraron que la camiseta nacional no es un recuerdo de glorias pasadas, sino una promesa en constante mutación.

El horizonte inmediato no concede respiros. España se mide ahora a Grecia, guiada por Giannis Antetokounmpo, un coloso que convierte cada partido en epopeya. La cita será definitiva, ganar o desaparecer. En ese duelo, el apellido Hernangómez lleva la obligación de rescatar la memoria de su mejor versión. Porque si el tropiezo contra Italia fue solo un accidente, lo sabremos allí; y si fue el aviso de un ciclo que se apaga, también quedará desnudo frente al gigante heleno.