El futuro de Rubi en el Almería pende de un hilo: Su fidelidad a las ideas lo condena

El Almería de Rubi domina en ataque, pero sigue siendo vulnerable en defensa. Cinco jornadas muestran un equipo partido en dos: brillante al crear ocasiones, pero frágil al proteger su portería

El Almería de Rubi es un equipo que juega a someter, como un torero que siempre entra a matar, aunque a veces sea él quien termina herido. Desde el primer minuto, su propuesta es clara, posesión, presión y ambición ofensiva. Y en efecto, el rival suele retroceder, arrinconado por un ataque que parece inagotable. Sin embargo, los marcadores cuentan una historia distinta, la de un conjunto brillante de medio campo hacia adelante, pero con pies de barro en su propia área.

La paradoja es evidente. El Almería convence en la forma, pero no en el resultado. Domina, genera ocasiones, se atreve, pero paga un precio demasiado alto cada vez que el rival pisa su terreno. La fragilidad defensiva se ha convertido en su talón de Aquiles, goles encajados con una facilidad desconcertante, como si la portería rojiblanca se abriera sola de par en par. No es casualidad, es un patrón que se repite con cruel puntualidad.

Ataque fulgurante: defensa tambaleante

Ante equipos como Racing o Valladolid, ambos candidatos serios al ascenso, el modelo ofensivo ha brillado. El Almería ataca con la naturalidad de quien respira y siempre encuentra la manera de generar peligro. Sin Luis Suárez la contundencia se resiente, pero el arsenal ofensivo sigue imponiéndose. La cuestión, sin embargo, no es marcar más, sino encajar menos. Y ahí Rubi tropieza siempre con la misma piedra: su idea es tan rígida que olvida que un partido no se gana solo con goles, también con contención.

Porque todo lo que llega al área termina convirtiéndose en una amenaza letal. En apenas cinco jornadas, nueve goles a favor y casi los mismos en contra. El equipo está partido en dos mitades que nunca terminan de reconciliarse, un ataque que enamora y una defensa que desespera. Es la antítesis perfecta de un aspirante al ascenso, potencia adelante y vulnerabilidad atrás.

La prueba de fuego de Rubi

Los rivales han aprendido la lección con rapidez. Saben que basta con resistir y esperar: el Almería dominará, sí, pero tarde o temprano dejará la puerta abierta. Así ocurrió ante el Valladolid, que con disciplina y paciencia desnudó la debilidad rojiblanca. Los contrincantes ya no temen a la ofensiva feroz de Rubi; esperan el error defensivo, ese regalo casi garantizado, para asestar el golpe.

Cinco jornadas, cinco avisos claros: el sistema es el problema, no los nombres. Rubi, fiel a su credo ofensivo, se enfrenta ahora a su dilema más incómodo, ¿Seguir defendiendo una idea que seduce, pero condena, o ceder terreno a la pragmática necesidad de equilibrio? El futuro del Almería, y probablemente el suyo, dependerá de que entienda que el ascenso no se consigue solo con espectáculo, sino también con sobriedad.