¿Un lateral de 33 años puede reinventarse como refuerzo de lujo cuando todo el mundo sospechaba que su tiempo ya había pasado?
Dani Carvajal, con sus 33 años y la etiqueta de “frágil” colgada durante meses por aquella lesión que parecía interminable, acaba de firmar su propio regreso de héroe. Contra Bulgaria, en un partido que sirvió de escaparate para probar a jóvenes y dar aire a veteranos, el lateral del Real Madrid demostró que la jerarquía no se oxida. Entró en el minuto 62, cuando el marcador ya estaba desnivelado gracias a Oyarzabal, Cucurella y Mikel Merino, y desde la banda de Lamine Yamal desplegó esa mezcla de experiencia y temple que ningún algoritmo puede cuantificar.
Luis de la Fuente, con ese gesto aparentemente banal de darle entrada por Pedro Porro, confirmó lo que todos sospechaban: Carvajal no ha vuelto para sumar minutos residuales, sino para competir seriamente por la titularidad. La paradoja es evidente: un jugador que parecía amortizado se convierte de pronto en una pieza casi imprescindible. Y el próximo examen, ante Turquía, huele a oportunidad para que el de Leganés vuelva a reclamar la banda como propia.
De las dudas a la certeza: el Real Madrid como laboratorio de su regreso
El regreso no se ha cocinado en una concentración de “La Roja”, sino en el día a día del Real Madrid. Carvajal volvió primero a escena en el Mundial de Clubes, en aquella dolorosa derrota contra el PSG de Luis Enrique, y más tarde acumuló minutos en un amistoso frente al Tirol. De ahí, paso a paso, fue colándose otra vez en los planes de Xabi Alonso: suplente con Osasuna en el arranque de LaLiga, titular en el Carlos Tartiere frente al Oviedo, y de nuevo desde el banquillo ante el Mallorca. Una curva ascendente que ahora desemboca en la Selección, justo cuando el calendario aprieta y el Mundial 2026 aparece en el horizonte como una obsesión colectiva.
Lo curioso es que Carvajal, a diferencia de otros veteranos, no se esconde tras discursos melancólicos. Su manera de justificar que cobra más protagonismo es la más sencilla: rendimiento en el césped. En 30 minutos ante Bulgaria fue suficiente para que todos recordaran por qué su nombre lleva una década asociado a la palabra “jerarquía”.
Lee también
El peso del pasado y el futuro inmediato de “La Roja”
La Selección Española vive un momento ambiguo: Lamine Yamal simboliza el futuro, Rodri representa el presente que estuvo ausente durante un año por lesión, y Carvajal encarna la incómoda pregunta sobre cuánto puede aportar un veterano cuando se acerca la gran cita mundialista. Luis de la Fuente parece decidido a mantener abiertas todas las puertas: los jóvenes no deben crecer sin tutores, y los mayores no pueden quedarse sin opciones si siguen rindiendo.
En este contexto, Carvajal se convierte en un comodín. Su resistencia a las lesiones será el gran interrogante, pero si logra mantener regularidad en el Real Madrid, todo apunta a que estará en la foto del Mundial. Que un lateral de 33 años pueda ser visto como un “refuerzo de lujo” no es un guiño nostálgico, sino un recordatorio brutal de que la experiencia sigue siendo un activo incalculable.
La sospecha ya no es si volverá, sino hasta qué punto puede recuperar la titularidad. Porque Carvajal no regresa como invitado: regresa como candidato.