El FC Barcelona define su estrategia de mercado con tres fichajes prioritarios y salidas clave que apuntan a un verano de grandes movimientos
El FC Barcelona ha trazado un plan meticuloso para el próximo mercado de verano, con el objetivo de combinar ambición deportiva y estabilidad económica. Bajo la dirección de Deco y Hansi Flick, el club ha establecido tres prioridades de refuerzo, un defensa zurdo de jerarquía, un lateral con proyección y un delantero centro de élite. Estas incorporaciones buscan elevar el nivel competitivo del equipo y, al mismo tiempo, preparar el relevo generacional en posiciones sensibles. El primer frente está en la defensa. La salida de Íñigo Martínez ha dejado un vacío en el perfil zurdo, y los nombres que más suenan son Nico Schlotterbeck y Gonçalo Inácio, ambos jóvenes, con experiencia en competiciones europeas y características técnicas que encajan con la filosofía azulgrana.
En el lateral derecho, la intención es encontrar un jugador que compita directamente con Jules Koundé, y entre los candidatos aparecen Vanderson y Andrei Ratiu, opciones que ofrecen equilibrio entre proyección ofensiva y solidez defensiva. El gran movimiento, sin embargo, estaría en la delantera. El club pretende incorporar un atacante capaz de marcar diferencias y asumir el testigo de Robert Lewandowski. En esa lista figuran nombres como Julián Álvarez o Erling Haaland, aunque las opciones más realistas podrían pasar por Serhou Guirassy o Etta Eyong. Este fichaje sería el más costoso del verano, pero también el más necesario para revitalizar el frente ofensivo del Barça y dar un nuevo aire al proyecto deportivo de Flick.
Christensen, Dani Olmo y el dilema de Gavi: las operaciones que definirán el equilibrio económico del Barça en 2026
Para sostener este plan, el Barcelona deberá ejecutar salidas importantes. Andreas Christensen es el primero en la lista. Su contrato se acerca a su fin y la dirección deportiva ha decidido no renovarlo, debido a su irregularidad física y a un rendimiento intermitente. La intención es obtener una venta antes de que quede libre, lo que permitiría liberar salario y sumar liquidez. El segundo caso es el de Dani Olmo, cuya llegada generó grandes expectativas, pero su rendimiento no ha alcanzado el nivel esperado. En los despachos del Camp Nou consideran que una venta podría ser beneficiosa si llega una oferta atractiva. De hecho, el verano de 2026 se perfila como un punto de inflexión para definir su continuidad o su salida definitiva.
Sin embargo, el escenario más delicado es el de Gavi. El canterano, pieza simbólica del nuevo Barça, podría ser el sacrificio más doloroso. Su grave lesión de rodilla ha frenado su progresión, y la directiva no descarta venderlo si eso garantiza equilibrio financiero. Aunque renovó hasta 2026, la situación actual lo ha convertido en un activo de alto valor con riesgo de depreciación. Deco y Laporta contemplan su posible venta con cautela, conscientes de que la operación generaría tanto debate deportivo como emocional dentro del entorno culé.
Una apuesta de alto riesgo: la estrategia del Barcelona para transformar su plantilla y sostener un proyecto ambicioso hacia 2026
El éxito del plan dependerá, en gran medida, de la capacidad del club para ejecutar esas ventas y asegurar los fichajes previstos sin comprometer la sostenibilidad financiera. Si Christensen y Dani Olmo salen en condiciones favorables y Gavi genera una oferta de peso, el Barcelona podrá afrontar el mercado con una base sólida para invertir. De lo contrario, las prioridades deberán ajustarse a la realidad económica del club, que busca alejarse definitivamente de los problemas que marcaron los últimos años.
La idea que impera en el Camp Nou es clara: construir un equipo más joven, competitivo y equilibrado, capaz de responder a las exigencias de Flick y recuperar el protagonismo en Europa. La planificación avanza con sigilo, pero el mensaje es inequívoco, el Barça está dispuesto a tomar decisiones duras si con ello garantiza un futuro sostenible. Entre el anhelo de fichar estrellas y la necesidad de cuadrar las cuentas, la entidad se mueve en una delgada línea entre la ambición y la prudencia. Si el plan se concreta, el verano de 2025 podría marcar un punto de inflexión en la nueva era azulgrana, en la que las operaciones estratégicas definan tanto el rumbo deportivo como la estabilidad institucional de un club que aspira a volver a la élite con un modelo más sólido y coherente.