El conjunto de Matías Almeyda se adelantó con gol de Rubén Vargas, pero tres errores en diez minutos provocaron una remontada implacable del Mallorca
El Sevilla FC sufrió una derrota inesperada y dolorosa en el Ramón Sánchez-Pizjuán (1-3) ante un Mallorca que supo esperar su momento para castigar los errores defensivos locales. Lo que comenzó como un partido controlado por el equipo de Matías Almeyda terminó convertido en una pesadilla en apenas diez minutos, en los que el conjunto de Jagoba Arrasate remontó con autoridad.
Dominio sin eficacia y un aviso que nadie quiso escuchar
El encuentro arrancó con un Sevilla dominador, dueño de la posesión y protagonista en campo rival. Los laterales y los mediocampistas se proyectaban con frecuencia y el gol de Rubén Vargas, tras un buen centro de José Ángel Carmona y un despeje fallido del rival, premió la superioridad inicial. Sin embargo, el equipo no logró consolidar su ventaja: las ocasiones fueron escasas y la sensación de fragilidad defensiva empezó a crecer a medida que avanzaban los minutos.
El Mallorca, disciplinado y paciente, se mantuvo ordenado, replegado y atento para aprovechar cualquier error. Su planteamiento, lejos de ser pasivo, resultó quirúrgico: esperar el fallo para golpear en el momento justo.
El derrumbe en diez minutos: tres errores, tres goles y una lección
Cuando el Sevilla parecía tener el partido bajo control, todo se vino abajo. Una pérdida de Suazo en salida de balón permitió a Jan Virgili asistir a Muriqi para el empate (1-1). Apenas cinco minutos después, un mal despeje de Marcao y un desajuste en la marca abrieron el camino para que Mateo Joseph pusiera el 1-2. Y la herida se agrandó de inmediato: otro error defensivo permitió al propio Joseph firmar el 1-3 definitivo.
En solo diez minutos, el Mallorca desnudó todas las carencias del Sevilla: falta de concentración, escasa reacción y una desconexión colectiva alarmante. A partir de ahí, el conjunto hispalense se descompuso, sin ritmo ni ideas, incapaz de alterar el rumbo del partido pese a los cambios introducidos por Almeyda.
El Mallorca renace y el Sevilla se hunde en la incertidumbre
El equipo balear fue implacable en su planteamiento: no necesitó dominar la posesión ni someter al rival, bastó con aprovechar las grietas ajenas. La victoria, una de las más destacadas de su temporada, le permite salir provisionalmente del descenso y recuperar moral.
En cambio, el Sevilla ve cómo sus aspiraciones europeas se tambalean. El golpe anímico es evidente: la derrota no solo supone un tropiezo, sino una señal preocupante de falta de cohesión y solidez. Los errores que condenaron al equipo no son fortuitos, sino síntomas de una desconexión estructural que Matías Almeyda deberá resolver cuanto antes si quiere evitar que la crisis se agrave.