Los abductores traicionan a Lamine Yamal

El extremo del Barça forzó en el Clásico y acabó pagando su exceso de ambición en un partido sin brillo culé

Lamine Yamal quiso ser protagonista del primer Clásico de LaLiga, pero su cuerpo no acompañó su ímpetu. Los abductores le jugaron una mala pasada y su intento de encender el duelo con gestos y declaraciones previas acabó diluyéndose en el césped del Santiago Bernabéu, donde el Real Madrid impuso su jerarquía con un 2-1 que deja tocado al equipo de Hansi Flick.

Un Barça sin desborde ni ritmo

Yamal, limitado físicamente, no pudo ofrecer su característico desequilibrio. Consciente de sus molestias, el extremo forzó para estar en el once, pero su rendimiento fue plano y el Barça perdió verticalidad. Sin Raphinha ni un Lewandowski inspirado para arrastrar a la defensa blanca, el plan de Flick apostó por la pausa y la circulación de balón, con Pedri, Frenkie de Jong, Cubarsí y Éric García tratando de conectar líneas.

El resultado fue un fútbol espeso, sin chispa ni ruptura. Los locales, liderados por Bellingham y Soto Grado desde la autoridad y el control del ritmo, aprovecharon la fragilidad azulgrana para adueñarse del duelo. Kylian Mbappé, con su precisión letal, firmó el tanto decisivo en un partido donde el Madrid volvió a imponerse más por empuje que por juego.

Sin recursos ofensivos y con más dudas que certezas

El Barcelona apenas logró inquietar a Thibaut Courtois: tardó más de media hora en disparar a puerta y se mostró incapaz de aprovechar los espacios. Ferran Torres no encontró el modo de superar a Militao, y Rashford, desubicado, fue neutralizado por Fede Valverde. El único consuelo para los culés fue el gran nivel de Marc-André ter Stegen, decisivo para evitar una derrota más abultada.

Pese a las críticas, el equipo azulgrana ya llegaba tocado al Bernabéu, con una plantilla corta y una dinámica irregular. Aun así, la derrota no deja una sensación de derrumbe, sino de transición: el Barça necesita recuperar efectivos, confianza y claridad en su propuesta para volver a competir de tú a tú con su eterno rival.

Arrieritos somos, Carvajal”, se desliza desde el entorno culé, convencido de que el futuro puede revertir esta tendencia si la enfermería se vacía y Flick logra estabilizar el proyecto.