El ascenso del Racing fundamental para comprar a Villalibre

El Racing de Santander vive un inicio de temporada prometedor en LaLiga Hypermotion, impulsado por los goles de Asier Villalibre, cuya continuidad en el club depende en gran medida de lograr el ansiado ascenso a la élite del fútbol español

El Racing de Santander ha comenzado la temporada con la insolencia de quien no pide permiso para sentarse en la mesa de los grandes. En un campeonato diseñado para triturar ilusiones la llamada LaLiga Hypermotion, que suena a videojuego pero muerde como un lobo los cántabros han respondido con fútbol intenso y resultados que despiertan recuerdos dormidos. La grada, siempre impaciente, se aferra a un nombre que ya suena a himno, Asier Villalibre.

El delantero vasco, bautizado por la prensa como «el búfalo», ha encontrado en Santander un corral propio. Sus goles no solo suman puntos, también fabrican esperanza. Y en el fútbol, la esperanza es más valiosa que el oro, resucita estadios, vende camisetas y convence a quienes dudaban de que este Racing pudiera volver a rozar la élite. Villalibre, aunque cedido, juega como si fuese de la casa desde siempre.

Villalibre: un futuro que depende del ascenso

Aquí se dibuja la paradoja que todo racinguista mastica en silencio, el jugador que parece indispensable, en realidad, no les pertenece. Su fichaje definitivo está atado a una cláusula que, en condiciones normales, sería tan costosa como un traje a medida en tiempos de rebajas. Pero el ascenso lo cambia todo, con el maná de la televisión y los patrocinios de la Primera División, esa compra deja de ser un lujo imposible y se convierte en un movimiento natural.

Y lo curioso es que el deseo de Villalibre encaja con la ecuación. No habla como un forastero de paso, sino como un futbolista que se reconoce en el equipo y en la ciudad. Lo suyo no parece un préstamo sino un compromiso de futuro. En Santander lo saben, el ascenso no se mide solo en millones, sino en la posibilidad de atar a un delantero que entiende la camiseta como una segunda piel.

El proyecto que necesita símbolos

Comprar a Villalibre sería mucho más que fichar a un goleador. Sería la manera de declarar que el Racing no quiere solo sobrevivir en Primera, sino construir un proyecto sólido y reconocible. En el fútbol moderno, donde las plantillas se arman y desarman con la fragilidad de un castillo de naipes, contar con un referente estable es casi un acto de resistencia.

Porque al final, los clubes no se sostienen solo con planes financieros o discursos de directivos: se sostienen con mitos, con jugadores que se convierten en memoria colectiva. Si el ascenso llega y Villalibre se queda, no será únicamente una operación deportiva; será un símbolo de permanencia en un tiempo marcado por la fugacidad. Y ahí, quizá, radique el verdadero triunfo.