Elche y Celta se verán las caras en el Martínez Valero en un duelo directo por la jornada 7 de LaLiga, donde ambos necesitan sumar para recuperar confianza y mantener vivas sus aspiraciones en la competición
Elche y Celta llegan a la jornada 7 con la misma sonrisa nerviosa que un estudiante antes de un examen que no ha preparado del todo. Ambos necesitan los tres puntos, pero ninguno parece tener del todo claro cómo conseguirlos. El estadio ilicitano, siempre propicio a convertirse en caldera, será el marco donde se midan las ansiedades convertidas en alineaciones. La paradoja es evidente, dos equipos que proclaman amar el balón, pero que a menudo se ven condenados a perseguirlo como si fuera un tren que siempre pasa un minuto antes.
En el caso del Elche, Eder Sarabia se enfrenta a un dilema disfrazado de oportunidad. Rodrigo Mendoza, convocado por la selección sub-20, deja un vacío que parece un hueco en una partitura sin nota clave. Martin Neto emerge como sustituto natural, aunque el regreso inminente de Yago Santiago añade suspense al libreto. El técnico, fiel a su racha en casa, recuperará su once habitual para mantener la imbatibilidad en un estadio que empieza a creer en milagros modestos.
El motor ilicitano y el depredador celeste
Si hay un nombre que brilla en la pizarra franjiverde es el de Aleix Febas. No es un goleador, no es un héroe de pósters; es más bien ese engranaje que nadie ve, pero sin el cual la máquina no arranca. Febas convierte cada salida de balón en un ejercicio de claridad y temple, como si tocara un piano en medio de una tormenta. Junto a él, Rafa Mir aparece como apuesta ofensiva, el delantero que no necesita demasiadas excusas para ir en busca del gol. Y contra un rival que no sabe todavía lo que es dejar su portería intacta, la estadística juega a su favor.
El Celta, por su parte, vive entre la fatiga de sus aventuras europeas y la necesidad urgente de ganar en casa ajena. Borja Iglesias se presenta como su tabla de salvación, delantero de oficio, hombre que huele los goles como un sabueso entrenado en viejas cazas. A su lado, Ionut Radu ha disipado dudas con sus manos firmes bajo los palos, aunque el equipo en su conjunto todavía parece caminar sobre un hilo demasiado fino. Y en medio, la figura de Hugo Álvarez, ese joven que marca cuando juega pero que casi nunca juega, recuerda al actor secundario condenado a aplaudir desde el banquillo.
El partido de las pequeñas certezas
El domingo 28 de septiembre, a las 16:15, el Martínez Valero se transformará en un tablero donde cada movimiento será leído como un augurio. Elche y Celta se enfrentan sin excesivo margen para el error, aunque paradójicamente, con la convicción de que este duelo puede cambiar su temporada. El fútbol, como la vida, rara vez avisa cuándo el día gris se convierte en luminoso; pero a veces lo hace en tardes aparentemente rutinarias.
Y quizá esa sea la magia oculta del encuentro, no estamos ante un clásico, ni ante un choque de gigantes, pero sí frente a un partido cargado de humanidad. Dos equipos que saben lo que significa dudar de sí mismos y que buscan, como tantos, reencontrar un lugar de confianza. El balón rodará y, con él, rodará también esa mezcla de miedo y esperanza que define la esencia misma del fútbol.
