El primo de Álvaro Djaló hace méritos para volver a Lezama
Hay jugadores que necesitan un estadio que los escuche. Y otros, como Malcom Adu Ares, que solo necesitan un entrenador que los mire. En Zaragoza, por fin ocurrió lo segundo. Y lo primero estalló como un trueno en La Romareda.
Adu Ares, extremo bilbaíno de 23 años, llevaba tiempo flotando en la periferia del relato: demasiado joven para rendirse, demasiado invisible para convencer. En Bilbao, con talento de sobra pero espacio de menos, se diluyó entre promesas que no terminan de cuajar y convocatorias que nunca llegaban. Hasta que apareció el Zaragoza. Y en plena batalla por la permanencia, en una noche con aroma a última oportunidad, el “Star Boy” decidió brillar.
Una tormenta en la banda, una ovación sin condiciones
El Real Zaragoza ganó al Cartagena 3-2 en un duelo con sabor a final anticipada. Pero más allá de los goles, hubo una presencia que no se pudo ignorar: Malcom, titular otra vez, fue una línea de electricidad pura por la banda. Regates sin previo aviso, cambios de ritmo que desarmaron defensas, pases al hueco, uno contra uno sin miedo. La Romareda, que ha olido tanto desencanto en los últimos años, por fin volvió a oler a futuro.
Su transformación no llegó sola. Gabi Fernández, en sus primeros partidos como técnico, le dio lo que los anteriores no: libertad, confianza y minutos. A veces, el talento no necesita pulirse: solo desatarse.

De Lezama a los focos… con una ovación desde casa
Entre los muchos que vieron su actuación, uno no pudo disimular la emoción: Nico Williams. En redes, tras la victoria, subió un mensaje que lo decía todo sin explicar nada: “Star boy 😍🕺🏿”. Un guiño entre hermanos de fútbol. Entre compañeros de sueños. Entre dos que compartieron vestuario, copa y silencio.
Ambos se formaron en Lezama. Ambos saben lo que es esperar el turno en un club donde la paciencia es virtud y condena. Nico ya lo logró. Malcom empieza a hacerlo. El guiño en redes no era una anécdota: era una asistencia emocional.
Y ahora, ¿qué? El dilema que se acerca
Malcom tiene contrato con el Athletic. Pero su cesión al Zaragoza ha desordenado el tablero. En La Romareda lo quieren. En Bilbao lo miran de reojo. Y el propio jugador, por fin dueño de sus minutos, deberá decidir si regresa a pelear un lugar… o si continúa donde le abrieron la puerta cuando más lo necesitaba.
Porque no hay nada más peligroso que un futbolista joven que, en medio de la presión por no descender, encuentra quién es. Y Malcom lo ha hecho. No como promesa, sino como realidad. No como recambio, sino como protagonista.
La Romareda respira. Malcom Ares vuela. Y en Bilbao… toman nota.
La historia de Adu Ares es la de tantos que se pierden en la antesala de la élite. Pero esta vez, el desenlace no parece ser el olvido. Esta vez, puede ser el regreso.