El zaragocismo se moviliza en medio de una situación crítica del club. Las peñas se ponen de pie: “reclamamos dignidad”.
La humillante derrota en el Ibercaja el último fin de semana dinamitó por completo al Zaragoza. El equipo sigue colista en LaLiga Hypermotion y atraviesa una crisis que amenaza con llevar al club al abismo. El arrastre de temporadas anteriores con el desfile de entrenadores y resultados que no llegan, hartaron a la afición. En ese dramático escenario, en los últimos días, las redes se convirtieron en altavoz de la indignación de las gradas, que no dudan en convocar una movilización masiva.
La protesta apunta a todos los estamentos de la sociedad anónima deportiva de Aragón, reflejando el descontento generalizado por la gestión del club. Lo que empezó como quejas aisladas amenaza con transformarse en un pulso abierto entre la afición y la directiva. En ese sentido, las peñas zaragocistas toman la posta y se organizan con un mensaje claro: «Lo que reclamamos es dignidad» es el lema de los fanáticos blanquillos que sufren por el presente paupérrimo de la institución.
Cumbre y protesta, la unión zaragocista
El Real Zaragoza arrastra una de las aficiones más fieles de la categoría, con récords de asistencia a pesar de ocupar el último puesto de la tabla. La paciencia de los seguidores se agota y las peñas empezaron a movilizarse para exigir un cambio urgente en la gestión del club. Paco Bordonada, presidente de la Peña Belchite Montemolín, lo resume con crudeza: “Cada día está peor la cosa”. El descontento se extiende como un runrún que amenaza con convertirse en acción colectiva.
La opción más inmediata, pendiente de la decisión de la Federación de Peñas este jueves, sería una manifestación antes del partido ante el Deportivo de La Coruña el 2 de noviembre en el Ibercaja. La afición apunta al presidente Jorge Mas como responsable, señalando la falta de autoridad deportiva clara y la desconexión de la dirección con los colores del club (reside en Miami), un vacío que deja a los seguidores sin referentes que encarnen el zaragocismo.
Un nuevo cambio en el banquillo con la esperanza agonizando
En medio del caos reinante, Rubén Sellés asumió el timón con la urgencia de quien llega a apagar un fuego desatado. El técnico valenciano, con experiencia en el fútbol inglés, afronta el reto de reanimar a un vestuario sin confianza ni respuestas. “Hay que recuperar la fe y competir desde el primer minuto”, señaló en su presentación. Su estreno en El Molinón será el primer examen de un proyecto que, más que puntos, necesita recuperar identidad y orgullo.
Sellés deberá tener los poderes de un mago para tocar la varita y transformar el pantano en un bosque verde. Los dos últimos entrenadores pagaron ya el precio de un proyecto que se desmorona. Primero cayó Gabi Fernández, artífice de una plantilla diseñada a su medida, con una docena de fichajes para blindar la defensa y sostener un modelo que nunca llegó a consolidarse. Después, Emilio Larraz asumió el mando en medio del desastre, sin red y con el equipo hundido. Su decisión de aceptar el reto fue más de corazón que de razón, que terminó con un golpe devastador tras el 0-5.