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Alonso se alinea con Newey y contradice a Aston Martin: “Ya lo habíamos dicho los pilotos”

Fernando Alonso ha encendido una mecha en el corazón técnico de Aston Martin. Su apoyo a Adrian Newey no solo revela discrepancias internas, sino que cuestiona el rumbo del proyecto

Fernando Alonso ha decidido alzar la voz, pero lo ha hecho como suele hacerlo, sin alzarla. En un movimiento tan sutil como una curva bien tomada en Silverstone, el asturiano se ha alineado con Adrian Newey, el gurú aerodinámico que no necesita presentaciones, y ha lanzado una crítica velada pero afilada al corazón técnico de Aston Martin. Lo curioso no es que lo haya hecho, sino que lo haya hecho ahora, cuando el simulador, ese oráculo moderno de la Fórmula 1, se convierte en el objeto de la disputa. Mientras Newey advierte que todavía quedan años para alcanzar un nivel competitivo, Andy Cowell el otro cerebro de la operación afirma que todo se resolverá en cuestión de meses. Como si el tiempo fuera una tuerca más del monoplaza.

En medio de esa batalla de calendarios, Alonso dejó caer una frase como quien desliza una daga envuelta en terciopelo: “Eso ya lo habíamos dicho los pilotos”. Nada escandaloso, nada grandilocuente pero cargado de pólvora. Porque cuando un piloto con dos títulos mundiales dice que algo ya lo sabía, lo que realmente está diciendo es que algunos en el garaje están mirando el retrovisor mientras él ya toma la siguiente curva. No es que contradiga al equipo, es que lo contradice con la elegancia de quien lleva 20 años oyendo motores y mentiras.

Fernando Alonso
Alonso respalda a Newey y abre grieta en Aston Martin

Newey, el arquitecto silencioso que inquieta a los ingenieros

Alonso no solo respalda a Newey; lo eleva. Y en esa elevación una especie de beatificación técnica hay una crítica implícita al estado del equipo. Para el español, la sola presencia del británico convierte cada reunión en un templo de exigencia. “Ve cosas desde el pitlane que los demás no ven”. Esa frase, dicha entre pasillos, puede cambiar el tono de toda una escudería. Porque si alguien que apenas lleva semanas cerca del coche ya nota fisuras, ¿qué han estado mirando los demás durante todo este tiempo?

El contraste entre Cowell y Newey es brutal, uno ofrece soluciones rápidas como si estuviera vendiendo repuestos en una gasolinera; el otro, dibuja un horizonte exigente pero realista. Y en medio de esa antítesis, Alonso se sitúa como brújula y balanza. Su apoyo a Newey no es solo técnico, es simbólico. El bicampeón no solo quiere un coche rápido; quiere una visión compartida. Porque en la Fórmula 1, lo que más se necesita no es velocidad, sino dirección. Y ahora mismo, Aston Martin parece un coche con buen motor pero sin GPS.

El año puente: 2025 como ensayo general del gran salto

El gran cambio reglamentario llegará en 2026, pero Alonso no quiere que el equipo espere a que caiga el meteorito para empezar a construir el arca. “El objetivo es 2026, pero hay que tener un buen 2025”. En otras palabras, no basta con soñar con el futuro si el presente se construye sobre simuladores dudosos y promesas imprecisas. Aquí, el asturiano actúa como un relojero suizo, sabe que si una sola pieza no encaja hoy, mañana el mecanismo completo fallará.

La temporada actual, aunque decepcionante en resultados, es fundamental en la arquitectura del mañana. Alonso lo dice con la claridad de quien ha visto muchos equipos perderse por mirar demasiado lejos sin saber dónde pisan. El verdadero salto, reconoce, vendrá en 2026, pero solo si desde ahora se trazan las líneas con pulso firme. Porque en este deporte, como en la vida, no se construye un imperio con ilusiones, se construye con cimientos. Y ahora mismo, Fernando Alonso parece ser el único en Aston Martin que está dispuesto a revisar el plano completo.