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Alcaraz aprieta los dientes en Roma: el torneo le exige un paso más

Carlos Alcaraz no tiene margen para el error en Roma. Lo que comenzó como una oportunidad de oro para escalar al número 2 del mundo se ha convertido en una carrera contrarreloj, presionado por el gran momento de Alexander Zverev

Carlos Alcaraz no solo juega en Roma, sobrevive en una cancha que se ha vuelto más pantanosa que majestuosa. Cada punto se convierte en una metáfora del momento, corto de preparación, cargado de presión y con el eco de Sinner resonando a la distancia. El murciano, que aterrizó en el Foro Itálico con el mapa dibujado sin Sinner, todo parecía abierto, ha descubierto que el tenis no respeta los planes tanto como las piernas. Y estas, tras el Conde de Godó, no son las mismas.

El Masters 1000 romano, que debía ser su trampolín, ahora se parece más a una cuerda floja. Cada ronda es un péndulo entre el alivio y el abismo, mientras Alexander Zverev, el campeón que nunca terminó de irse, asoma como un fantasma con raqueta. Porque no se trata solo de ganar partidos, Alcaraz juega contra el tiempo, contra su cuerpo, y contra la aritmética del ranking que amenaza con volverse enemiga en París.

Carlos Alcaraz
Alcaraz encara un cruce clave ante Draper en Roma mientras Zverev se mantiene firme en la defensa del título

Zverev: resurrección a la carta en el escenario de siempre

Lo que parecía una temporada errática para Zverev ha tomado la forma de una resurrección milimétrica, casi cínica, justo donde el alemán se siente más dueño que visitante, Roma. Su triunfo ante Arthur Fils fue algo más que un resultado; fue un aviso con aroma imperial. El primer set, apretado como un nudo de gladiador, se resolvió en un tie-break tenso. El segundo, una clase magistral de supremacía: 6-1 como si el polvo de ladrillo le hablara en alemán antiguo.

Ahora, Lorenzo Musetti lo espera con los colmillos afilados tras mandar a casa a Medvedev. Pero el verdadero rival de Zverev no está del otro lado de la red, sino en la cabeza de Carlos Alcaraz. Porque si vuelve a levantar el trofeo en el mismo lugar donde reinó en 2023, el murciano se quedará sin el número 2 antes de pisar París. No es un torneo, es una guerra de desgaste, de relojes sin arena y raquetas que pesan como espadas romanas.

Alcaraz vs Draper: revancha en tierra enemiga

En el otro flanco del cuadro, Alcaraz se enfrenta a un déjà vu con sabor a revancha. Jack Draper, el británico que lo dejó fuera en Indian Wells, ha sabido traducir su tenis al idioma de la tierra batida. Y no como un turista entusiasta, sino como un políglota competitivo. Finalista en Madrid, Draper llega con confianza, ritmo y un plan, repetir el guion. Pero esta vez, el decorado es otro y el público también.

Alcaraz sigue siendo el favorito, pero esa etiqueta ahora se comporta como una mochila, luce bien, pero pesa. Roma, con su arcilla densa y sus tardes pesadas, no perdona titubeos. Aquí, los partidos no se ganan solo por talento, sino por la capacidad de sufrir. Y eso, precisamente eso, es lo que define a los campeones antes de Roland Garros. Porque a veces, para llegar a París, primero hay que aprender a resistir en Roma.

Novak Djokovic