Carlos alcanza su primera final en el Foro Itálico en un partido feo, pero con alma, y se citará con Jannik Sinner en un duelo con aroma de época
Carlos Alcaraz no jugó bien. Ni él lo dice, ni falta hace que lo diga. Lo vieron los presentes en la grada del Campo Centrale y lo sintieron los que lo acompañaron desde casa. Y, sin embargo, está en la final de Roma, por primera vez en su carrera, en un torneo que parecía resistírsele incluso en sus mejores días. Ganó a Lorenzo Musetti por 6-3 y 7-6(4) y con eso basta. Porque hay días para brillar, y hay días —como este viernes— para sobrevivir con clase.
Un partido lleno de rarezas
No fue bonito. No lo fue en absoluto. 86 errores no forzados entre ambos jugadores y solo 28 golpes ganadores. Más nervio que tenis. Más viento que ritmo. Más mente que muñeca. Alcaraz lo supo desde el inicio y eligió jugar a otra cosa. A no frustrarse, a no entrar en la trampa emocional de Musetti, que se fue consumiendo entre gestos, gritos al cielo y una raqueta que voló al suelo con más rabia que precisión.
Carlos, en cambio, siguió su camino sin gesticular, sin lamentarse, sin siquiera celebrar en exceso. Un Alcaraz distinto al de otras victorias, menos alegre pero más sabio, que entendió que el triunfo no siempre lleva purpurina. A veces, solo es un paso más. Uno muy importante.
“No era día de tenis brillante, sino inteligente”
Lo explicó él mismo con sinceridad tras el partido:
“Ha sido un día difícil. Las condiciones, el viento… algo complicado. No era un día para jugar tenis brillante, sino para jugar tenis inteligente. Ir a por el punto cuando se podía. Lo hice bien, creo. Estuve fuerte mentalmente cuando las cosas no fueron tan bien.”
Ese es Carlos Alcaraz en modo resiliencia. No fue su derecha, ni su revés, ni siquiera su talento. Fue su cabeza la que ganó el partido.
Un Sinner que también tropezó… pero llegó
Al otro lado del cuadro, Jannik Sinner tampoco brilló. Perdió el primer set 1-6 ante Tommy Paul, antes de reaccionar con un 6-0 y 6-3. Su día también fue raro, incómodo, lleno de altibajos, pero al final el italiano impuso su rango y su condición de número uno del mundo.
Este domingo, el tenis tiene lo que quería: un nuevo capítulo del Alcaraz vs Sinner. La rivalidad que huele a futuro, pero que ya es presente absoluto. El año pasado, el español se impuso en sus tres duelos. Este año, con Sinner encaramado a lo más alto, la historia podría reescribirse.
El tenis que se gana con alma
Pocos recordarán este partido como uno de los grandes. No lo será en los resúmenes ni en los vídeos de highlights. Pero será una de esas victorias que construyen a un campeón. La que enseña a ganar sin jugar bien. A entender cuándo toca resistir en vez de arrasar.
Y ese es, quizá, el mayor crecimiento que puede tener un jugador joven con talento desbordante: saber cuándo no se trata de brillar, sino de aguantar.
Este domingo, Alcaraz y Sinner, Sinner y Alcaraz, buscarán reinar en Roma. No será solo un título. Será un mensaje. Un nuevo episodio. Y, quién sabe, tal vez el inicio oficial de una era.