Minnesota elimina a Golden State con autoridad y firma una de las gestas más sorprendentes de los últimos años
El cuento de hadas de los Minnesota Timberwolves ya es una realidad. Lo que comenzó como una ilusión alimentada por el juego colectivo, la defensa sólida y el liderazgo joven, ha culminado en un golpe sobre la mesa de toda la NBA, los Wolves son finalistas de la Conferencia Oeste, tras eliminar a los Golden State Warriors de Stephen Curry, que esta vez no pudo obrar el milagro.
El equipo de Chris Finch cerró la serie con un contundente 121-110 en el cuarto partido, un marcador que no refleja la autoridad real con la que Minnesota controló el duelo de principio a fin. Desde el primer cuarto, los Timberwolves impusieron su ritmo y no soltaron el control en ningún momento. Fue una victoria coral, táctica y emocional.

Curry se despide sin épica: fin de una era, comienzo de otra
Stephen Curry, el rostro de las remontadas imposibles, el arquitecto de tantos regresos legendarios, vio cómo esta vez el destino no se torcía a su favor. Aunque los Warriors intentaron sobrevivir con el empuje de Brandin Podziemski, el mejor de los de San Francisco en esta eliminatoria, la realidad fue aplastante, la dinastía dorada ha cedido el testigo.
Los Timberwolves, liderados por un Anthony Edwards desatado y un Rudy Gobert omnipresente, han evolucionado de equipo prometedor a candidato firme. Su defensa asfixiante, su madurez inesperada y su química en pista los han convertido en la gran revelación de estos playoffs.
En el Este: todo por decidir
Mientras tanto, en la Conferencia Este, la historia es distinta. Los Boston Celtics y los New York Knicks tendrán que jugar un sexto partido tras una serie repleta de giros y momentos clave. Los Knicks, contra pronóstico, han obligado al gigante verde a seguir remando. El Garden volverá a rugir.
Pero en el Oeste ya hay nombre propio. Y no es el habitual. Minnesota espera rival en la final de conferencia con una certeza que ya nadie puede negar: los Wolves han llegado para quedarse.