Carlos Alcaraz no solo compite en la arcilla de Roland Garros: también conquista miradas desde la pasarela de la pista. Nike ha convertido su imagen en una declaración visual tan audaz como su revés
Carlos Alcaraz no solo ha entrado a Roland Garros 2025 con la raqueta lista para la batalla, sino también con un outfit que parece salido de un cruce improbable entre una pasarela parisina y un campo de rugby. La camiseta de rayas blancas y negras, el pantalón negro ceñido y ese polo de manga larga que habría hecho sonreír a un veterano de Racing 92 no son un simple capricho estético. Son parte de un guion milimétricamente escrito por Nike. En tiempos donde la ropa grita más que el resultado, el número uno del mundo se convierte en lienzo y altavoz de una estrategia.
Y es que, para los puristas del tenis esos que aún extrañan el todo blanco de Wimbledon como se añora una carta manuscrita, la aparición de Alcaraz en la Suzanne Lenglen fue casi herética. Pero para los estrategas de la mercadotecnia, fue un checkmate visual. En un país donde el rugby no es solo deporte, sino identidad nacional, el guiño de Nike al Racing 92 no es decoración, es diplomacia cultural. Una sutil manera de vestir de local, aunque uno nazca en El Palmar.

Zapatillas que hablan más que un discurso
Sin embargo, si la camiseta fue el titular, las zapatillas fueron el subtítulo íntimo. Con sus iniciales “CA” grabadas en la parte trasera y una referencia emotiva a su triunfo en 2024, el calzado de Alcaraz funciona como una cápsula de memoria portátil. No es solo diseño, es autobiografía andante. Como esos viejos guerreros que grababan nombres en sus espadas, el murciano imprime historia en sus pies. No para alardear, sino para recordar por qué corre.
Ya lo hizo el año pasado, cuando sus zapatillas ondeaban simbólicamente la bandera española. Pero esta vez hay un matiz distinto, más maduro, casi melancólico. El color da paso al símbolo, y la efervescencia a la introspección. No se trata de vender un producto, sino de transmitir un legado. Como si cada paso sobre la Philippe Chatrier fuera una palabra en una carta que se escribe a golpe de sprint.
De la estética al imperio: marketing con alma
La imagen de Alcaraz en París es mucho más que un ejercicio de estilo, es una campaña con fondo ideológico. Nike, con su precisión quirúrgica habitual, ha sabido hibridar lo que parecía incompatible, la rudeza del rugby, la elegancia del tenis, y la teatralidad del marketing. El resultado es un manifiesto visual que no pide permiso. El polo largo en la rueda de prensa es el colofón: sobrio como un traje diplomático, pero con la rebeldía justa para incomodar a los ortodoxos.
Las redes, fieles a su naturaleza bipolar, se dividieron entre los que aplauden la originalidad y los que claman por tradición. Pero en ambos casos, hablan. Y hablar es el oro de este siglo. Alcaraz lo sabe, Nike también. Porque en el juego de los ídolos modernos, la victoria no solo se mide en sets ganados, sino en cuánto tiempo logras quedarte en la retina colectiva. Y esta vez, Carlos parece haber ganado ambos partidos.