Carlos Alcaraz, vigente campeón de Roland Garros, no debutará en la pista central del torneo. Jannik Sinner, su principal rival, sí lo hará
En el corazón de París, donde la arcilla no solo se pisa, sino que también se interpreta como si fuera teatro, se ha escenificado la primera batalla del Grand Slam francés. Pero esta vez, la lucha no ha sido con raqueta en mano, sino con los pies aún limpios de polvo. Carlos Alcaraz, vigente campeón, ha sido desplazado de la pista central en su debut. En su lugar, Jannik Sinner recién coronado número uno del mundo tomará el escenario principal en el horario estelar. Así, sin haber golpeado una sola bola, el italiano ya ha ganado el primer set psicológico.
La decisión ha levantado más cejas que vítores. Porque si el tenis es un deporte donde el ranking habla, también lo es donde el linaje pesa. Y en este caso, el linaje reciente de Alcaraz campeón defensor, rey en Roma, verdugo de Sinner ha sido ignorado por el comité organizador. Irónicamente, el hombre que ganó el torneo el año pasado no ha ganado el privilegio de abrirlo. Una antítesis sutil pero contundente, el campeón sin corona mediática frente al aspirante con luces de Broadway.

Protagonistas sin micrófono
Ambos debutarán el mismo día, pero en escenarios opuestos, Sinner cerrará la jornada bajo los focos de la Philippe Chatrier, mientras que Alcaraz entrará en la más modesta Suzanne Lenglen, bajo la luz desmañanada de París. Curioso contraste si se considera que Iga Swiatek, campeona femenina, sí ha sido colocada en la pista central, como corresponde. En cambio, el murciano ha sido empujado al segundo plano, como un actor de reparto que, irónicamente, lleva el Oscar bajo el brazo.
La afición no ha tardado en lanzar su propio revés cruzado: ¿es este un castigo encubierto? ¿Una apuesta televisiva? ¿O simplemente una torpeza diplomática del torneo? Lo cierto es que, en Roland Garros, el horario importa tanto como el servicio. Porque jugar de noche, bajo reflectores y con el mundo mirando, no es solo un privilegio logístico, es una declaración simbólica. Y esta vez, esa declaración no ha favorecido al español.
La pista: única aliada del campeón
Lejos del ruido y las cámaras, Alcaraz ha optado por el silencio y el juego. Su primer rival será Giulio Zeppieri, italiano sin grandes credenciales, llamado a última hora tras la baja de Nishikori. Para el murciano, es un trámite disfrazado de debut, una oportunidad para recordar que el prestigio no se asigna en los despachos, sino que se gana golpe a golpe, como quien reconquista un castillo que alguna vez fue suyo.
Y quizás ahí radique su verdadera ventaja. Mientras Sinner asume el papel protagónico sin haber pronunciado aún una línea, Alcaraz se libera del peso de las expectativas públicas. Como el sol que calienta sin necesidad de relámpagos, su juego no necesita más luz que la de su raqueta. Al fin y al cabo, en el teatro parisino del tenis, hay protagonistas que empiezan en la sombra y terminan levantando la copa.