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Si creías que Butler puede liderar a los Warriors… esta serie ha dejado muchas respuestas

Jimmy Butler llegó a Golden State con la expectativa de convertirse en el relevo ideal de Stephen Curry en momentos clave. Pero cuando la lesión del base lo dejó como referente, el alero no logró sostener al equipo

Hay frases que envejecen con la gracia de un buen vino y otras que se pudren como fruta al sol. La idea de que Jimmy Butler podía liderar a los Warriors sin Stephen Curry pertenece sin duda a la segunda categoría. La serie contra los Timberwolves no fue simplemente una derrota; fue una demolición controlada, una retirada sin épica. Cuatro partidos, cuatro cachetadas. Butler, supuesto heredero del fuego competitivo de Curry, terminó apagado, oscilando entre la confusión y la tibieza como un faro que parpadea pero nunca alumbra.

Golden State, sin su oráculo barbado, fue una orquesta sin director, afinada a medias y desafinada en los momentos clave. El último partido, un 121-110 que fue menos parejo de lo que indica el marcador, selló la lápida con letras doradas, Butler anotó 81 puntos en cinco partidos, pero fue invisible cuando el equipo más lo necesitaba. Mientras tanto, Brandin Podziemski y Jonathan Kuminga nombres que suenan más a apuestas a futuro que a certezas del presente se encargaron de recordarnos que el liderazgo, como el talento, no siempre se puede comprar.

Jimmy Butler
Jimmy Butler no estuvo a la altura del desafío

Las redes, la ira y el gesto de Kerr

Las redes sociales no perdonan. Nunca lo han hecho. Y menos cuando el ídolo prometido se diluye como tinta barata bajo la lluvia. Butler fue lapidado con saña digital, desde ser llamado el jugador más sobrevalorado de la NBA hasta comparaciones risibles con Haliburton una ironía cruel, como comparar a un veterano de guerra con un aprendiz de recluta solo porque el segundo corre más rápido. En el quinto partido, jugó más de 40 minutos y apenas anotó 17 puntos. Las estadísticas no mienten, pero tampoco cuentan toda la historia.

Y es ahí donde entra Steve Kerr, escudero fiel incluso cuando la batalla ya está perdida. “Estaba indispuesto”, dijo con voz de padre que justifica una mala nota en el boletín. “Todos sabemos quién es Jimmy”, añadió, como si el pasado pudiese rescatar el presente. Su defensa fue noble, sí, pero también reveladora, cuando hay que explicar por qué tu estrella no brilló, es porque, efectivamente, no lo hizo. La ironía es evidente, Kerr protegió a Butler con la misma vehemencia con la que los fans exigían su cabeza.

Una noche de redención y el eco de una promesa

En medio del desierto competitivo, hubo un espejismo brillante, el tercer partido. Butler resucitó, metió 33 puntos y por un momento pareció que el guion podía virar. Fue como una sinfonía que suena perfecta hasta que descubres que era solo una grabación. Kerr lo reconoció, “Ese era el que necesitábamos”, dijo, sabiendo que ese tren ya no vuelve a pasar. El plan era llegar vivos al sexto juego y apostar al regreso de Curry. Pero los planes, como las narrativas heroicas, también mueren en los playoffs.

Aun así, Kerr cerró filas. Nada de buscar chivos expiatorios. “Jimmy lo cambió todo para nosotros”, insistió, como quien agradece a un náufrago por haber intentado remar. Butler, por su parte, no se escondió. Su mensaje fue claro, con Curry, volveremos. La promesa está lanzada al viento de 2025. Ahora falta que el viento sople a favor y que Butler, por fin, se parezca a la leyenda que decían que era.

Curry