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Emmanuel pone en órbita First Dates con confesión alucinante a Pepi

El programa de citas vivió uno de los momentos más sorprendentes tanto para la comensal como para los espectadores de la que él no dudó en detallar

First Dates no deja de regalar momentos icónicos a la audiencia. Sin duda, los más inolvidables son aquellos en los que los participantes se sinceran y confiesan sus experiencias sexuales. Y eso que no han dos ni tres, ni mucho menos. Es lo que vimos con Pepi, que llegaba al programa de citas para encontrar el amor.

Así, ella es una entrenadora profesional de 45 años, la cual ha sido sorprendida por la experiencia sexual más extraña que ha tenido su cita, Emmanuel, de 47 años. En el caso de ambos, la conversación que mantuvieron fue de lo más sexual que se recuerda en el dating show de Cuatro.

First Dates
Emmanuel y Pepi en First Dates

Con la revelación sexual llegaron los problemas

“El amor es lo más emocionante que hay: que se te erice la piel, que le mires y que se te caiga la baba”, explicaba el de Tenerife antes de presentarse a Pepi. Eso sí, recalcó que “lo que me atrae es el físico más que la mente o más que sepa cocinar o cuidar la casa”. Por su parte, la malagueña buscaba a un hombre “romántico y deportista”.

Y aunque en un principio parecía que el feeling era más que evidente, en cuanto él sacó el tema sexual, comenzaron los problemas. “El tamaño importa”, dijo Emmanuel. “Hombre, sí importa, ¿no?”, respondía ella riéndose. Fue el momento en el que Pepi se dirigió para confesar una peculiaridad de su cita que le llamó la atención.

“El tamaño importa y él también lo decía. Las manos que tiene son grandes, pero por Dios miedo me da, ¿vale? ¡Vale!”, manifestaba. El momento cumbre de la cena llegó después de que el empresario de 47 años le descubriera el lugar más extraño en el que ha mantenido relaciones sexuales: “En un avión”, dijo. “¿En un avión? ¿Dónde? En los servicios, ¿no?”, preguntó Pepi muy sorprendida y con mucha curiosidad.

First Dates, con Pepi y Emmanuel

La comensal no salía de su asombro

“No. En los asientos”, respondió el hombre con total naturalidad. “Sí, hombre. Pero, ¿y la gente que había al lado? ¿Estaban durmiendo? Pero, ¿eso cómo va a ser, Emmanuel? ¿Cómo te vas a poner ahí chingar?”, repreguntó la señora, que seguía asombrada. “Hay que taparse la boca. Y para la postura, buscas lo que hay, pero se puede hacer”, le explicaba Emmanuel.

Finalmente, y luego de que ella siguiera cuestionando la confesión del tinerfeño, la cena terminó cogido caminos opuestos, tanto para él como para ella, a pesar de que ella era una mujer que se parecía a lo que podría estar buscando: “No he sentido atracción sexual”, dijo en La decisión final.