El murciano vence en cuatro sets a un Ben Shelton inmenso en la Philippe Chatrier
Carlos Alcaraz, vigente campeón de Roland Garros, ha escrito otro capítulo de alto voltaje en la pista Philippe Chatrier, firmando una de sus victorias más épicas frente a Ben Shelton. Fue un partido que rozó el delirio, una sinfonía de raquetazos, dejadas imposibles y momentos de puro melodrama en dos actos, como si París hubiera decidido rendirse ante el talento… pero solo después de tres horas y media de agonía gloriosa.
El murciano se impuso por 7-6, 6-3, 4-6 y 6-4 en un duelo que bien podría definirse como el partido del torneo hasta la fecha. Y no solo por su marcador o su duración, sino por el nivel de exigencia, por el desgaste físico brutal, por las dejadas quirúrgicas, los puntos de otro planeta, los intercambios con sabor a tierra batida ancestral. Fue, también, un duelo de contrastes: el renacer del tenis estadounidense, con Shelton como estandarte, frente al ímpetu solar del tenis español que encarna Alcaraz.

Desconexión, remontada y un final de campeón
No empezó brillante Carlitos. Su saque funcionaba, pero el resto parecía desincronizado, como si su radar hubiera quedado en la habitación del hotel. Shelton, con su cañón de servicio, parecía haber traído de vuelta a Sampras, y fue él quien tuvo las primeras bolas de set en el tiebreak inicial. Pero ahí emergió el instinto de campeón: Alcaraz salvó dos puntos de manga con frialdad quirúrgica y cerró el set en un estallido que hizo vibrar el estadio.
El segundo parcial fue otro combate sin tregua. El estadounidense tuvo seis bolas de break en el primer juego, pero no convirtió ninguna. Alcaraz, en cambio, aprovechó su única oportunidad. Y aunque el nivel no bajó, el marcador sí comenzó a inclinarse a favor del español.
Pero Shelton, contra pronóstico, no se diluyó. Al contrario. Reaccionó como los grandes, robando el tercer set tras aprovechar un momento de desconexión de Alcaraz y empujar el partido a un cuarto episodio. En ese tramo, vimos al español algo contenido, como si no quisiera gastar más gasolina de la necesaria. Pero cuando olió la sangre, mordió.
Una sola rotura fue suficiente. Shelton, ya fundido, concedió un resquicio y el número 2 del mundo se lanzó por él como un halcón sobre su presa. Cierre con un 6-4 y los brazos al cielo. Y una sonrisa, claro. Porque diez triunfos consecutivos en Roland Garros no se celebran con el ceño fruncido.
Próximo reto: Tommy Paul en cuartos
El martes le espera Tommy Paul, otro exponente del buen momento estadounidense, y otra prueba para los tendones, la mente y la resistencia de Alcaraz. Su camino hacia la defensa del título está más empinado que nunca. Pero si algo ha demostrado hoy, es que no hay montaña tan alta cuando baila con la Philippe Chatrier como pista de baile.